BALANCE DELINCUENCIAL
Los jueces encarcelan preventivamente a más ladrones violentos que en el 2019
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
J. G. Albalat
Redactor
Ha trabajado en el Diario de Barcelona, El País y AVUI. Desde hace años en El Periódico cubriendo los acontecimientos judiciales. Premios Ortega y Gasset, Save the Children, Ramon Barnils y Josep Maria Planes por la investigación del 'caso Maristas' sobre abusos sexuales en los colegios. En el 2016, mención honorífica de la Generalitat en el Día de la Justicia. Colaborador de publicaciones jurídicas. Profesor asociado Master de Criminología de la Universitat de Barcelona.
Guillem Sànchez / J.G. Albalat
"Es igual, mañana volverá a estar la calle". La expresión se ha convertido en una letanía grabada a fuego en el imaginario colectivo cada vez que la policía arresta a un ladrón violento en Barcelona, una ciudad que el año pasado, a estas alturas, había sufrido el incremento de robos más sensible que recordaba: un 30% más que durante el mismo periodo del 2018 cuando el balance tampoco había sido nada bueno.
Los datos confirmaban que la frustración social no estaba exenta de verdad y que los autores de tirones, asaltos en grupo o a punta de navaja se sentían casi impunes: de las 1.529 detenciones policiales practicadas hasta finales de agosto del 2019 solo habían ingresado en prisión preventiva en 165 ocasiones, es decir, un 10%. Una de cada de diez, tras asaltar a ciudadanos –casi siempre turistas aquellos días–, "volvían a estar en la calle". Y en muchos casos, después de usar la violencia o la intimidación para hacerse con relojes, bolsos, carteras o teléfonos móviles, se esfumaron cuando la cita con el banco de acusados se acercaba.
El pla ‘Tremall’, tal como explicaba este diario, ha consistido sobre todo en llevar un control exhaustivo del fenómeno desde el 1 de junio. Cada patrulla de los Mossos d’Esquadra y de la Guardia Urbana de Barcelona que arrestaba a uno de los considerados 'multirreincidentes' –siete detenciones por hurto o cino por robo– facilitaba los datos a los investigadores.
A punto de acabar agosto, ya habían colgado esta etiqueta a casi 200 delincuentes. De esta forma, los atestados policiales –gracias también a las mejoras tecnológicas– han aportado más información a la fiscalía, que ha podido solicitar más penas de prisión preventiva y ha convencido a más jueces para decretarlas. Este verano la situación ha cambiado de forma notable: de las 500 detenciones que se han practicado en Barcelona este verano, más de 100 han acabado en ingresos en la cárcel tras declarar ante el juez. Dos de cada diez. El doble que la proporción registrada durante los primeros ocho meses del año anterior.
Menos hurtos, menos robos, más inseguridad
A causa de la pandemia del covid-19, en cifras generales, la delincuencia se ha desplomado de forma notable este verano: un 30% menos de robos violentos y un 60% menos de hurtos. Los segundos, que se producen cuando el autor sustrae el objeto de la víctima sin que este se de cuenta, se han reducido mucho más a causa de dos factores, aclaran fuentes policiales.
El virus, por un lado, ha obligado a mantener una distancia social incompatible con la cercanía que usa el hurtero para birlar y, por el otro, también ha disuelto las aglomeraciones en las que se camufla para actuar. Que la ciudad esté vacía de turistas ha implicado que la mayoría de las víctimas sean locales y que, en contra de los datos, la percepción de seguridad haya empeorado.
"La ciudad tenía una buena capacidad de resistencia ante un número de robos y hurtos elevado. Porque estos sucedían en un escenario como la Sagrada Família, atestado de visitantes extranjeros, y lo que les ocurría pasaba más desapercibido. Sin embargo, este año los robos violentos los han sufrido vecinos de Barcelona y en espacios públicos sin multitudes, a la vista de todos".
Según confirman fuentes judiciales, los Mossos cuando entregan a un ladrón violento multirreincidente ahora aportan una ficha policial en la que constan todas las veces que ha sido arrestado por agentes de los cuerpos autonómico y municipal. El atestado especifica qué grado de violencia empleó, si actuó coordinadamente dentro de un grupo o si la víctima era especialmente vulnerable, como un anciano o un menor.
Esta información, a pesar de contener antecedentes policiales y no penales –son anteriores a un juicio en los que se considera probado el delito cometido–, ha sido "clave". La prisión preventiva es una medida severa que no puede decretarse fácilmente. También es la medida más eficaz para detener una ola de robos violentos como los que sufrió Barcelona durante el 2019. La única que puede acabar con la sensación de que tras ser arrestados, vuelven a la calle al día siguiente.
Sacarlos de la calle
Según el artículo 503 de la ley de Enjuiciamiento Criminal, únicamente puede aplicarse si existe riesgo de fuga por parte del detenido, de destrucción de pruebas que puedan impedir que se le juzgue o de reiteración delictiva. Pero existe un impedimento claro: El Código Penal castiga con entre 2 y 5 años el delito de robo con violencia o intimidación. Los delitos inferiores a dos años no comportan penas de cárcel y no se puede ordenar prisión preventiva para un delito que no comporta la privación de libertad. "Si existen pruebas de que actuaron de forma muy violenta o tienen antecedentes penales y la pena se acercará a los 5 años, entonces sí podemos pedir la prisión preventiva".
La información policial ha sido decisiva este verano para aumentar las reclusiones en centros penitenciarios de ladrones agresivos, incluso sin antecedentes penales. Como lo fue hace años cuando se entregaba a los carteristas del Metro junto a un expediente que mostraba cuántos delitos había cometido en el tren suburbano y comenzaron a dictarse órdenes de alejamiento del transporte metropolitano.
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