ÉRASE UNA VEZ EN... LA NOVA ESQUERRA DE L'EIXAMPLE (8)

Escondite inglés entre los muros de la Modelo

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zentauroepp51557101 barcelona 02 01 2020 barcelona alrededores de la c r200102152509 / JORDI COTRINA

Helena López

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La todavía pequeña escuela Xirinacs echó a andar en septiembre del 2017. Solo tres meses después del cierre definitivo de la Modelo, cuyos imponentes muros sirven ahora a sus párvulos alumnos para jugar al escondite inglés. Lo  hizo con el impersonal nombre de Eixample 1, denominación que duró poco. La primera generación de familias –ya en P-5– no tardó en organizar un proceso participativo para rebautizarla. Ganó el nombre de quien el día 1 de diciembre de 1973 empezó una huelga de hambre en aquel mismo lugar para reclamar la amnistía de los represaliados por haber luchado contra el franquismo.

"La memoria de lo que este lugar significó está presente mucho más allá del nombre del colegio. Nuestros hijos en la 'rotllana' fantasean con abrir un túnel hasta el patio exterior de la cárcel, que es para ellos un segundo patio, ya que la falta de parques del barrio hace que lo usemos como zona de recreo, para merendar y jugar después del cole", explica Laia Sánchez Amat, miembro del afa de la escuela, que ha sabido aprovechar algunos de los nombres surgidos del proceso participativo para bautizar las distintas aulas. Los P-3 –es un colegio de dos líneas–, por ejemplo, se llaman Arrel y Llavor.

"Una de nuestras prioridades ahora es sacar coches de la calle Entença; que eliminen un carril"

Laia Sánchez Amat

— Afa Escola Xirinacs

El patio que frecuentan al salir de clase los alumnos del Xirinacs es el que durante décadas cruzaron los familiares de los presos para entrar a visitar a sus seres queridos, hoy lleno de unos triángulos de madera en los que sentarse (con un 'look' muy a lo 'superilla'), y un rincón con un ecléctico punto de intercambio de libros en el que conviven clásicos de la literatura infantil ochentera como 'Boy' (en la mítica edición de tapa dura de Círculo de Lectores) con amarillentas ediciones de bolsillo compradas en pesetas de García Márquez, Quevedo o Agatha Christie.

La instalación de los módulos de la escuela Xirinacs en la esquina de Entença con Rosselló ha sido el principal cambio físico evidente -y agitador de la vida cotidiana- experimentado hasta el momento en los entornos de la Modelo desde su cierre, a la espera de la reivindicada transformación definitiva de los terrenos, cuyo futuro está aún por dibujar. Está previsto que este mes se conozca el equipo ganador del concurso de ideas, que tendrá que elaborar el anteproyecto de parque urbano y un documento de base a partir del que se redactarán los proyectos de cada equipamiento.

Bombón envenenado

"Somos un bombón para los especuladores", alerta Sylviane Dahan, presidenta de la Associació de Veïnes i Veïns de l’Esquerra de l’Eixample, entidad que llevaba décadas luchando por el cierre de la cárcel y la transformación de los miles de metros cuadrados que ocupa el viejo centro penitenciario en una gran zona verde y de equipamientos. "Queremos seguir siendo un barrio de clases populares. No queremos que nos pase como a Sant Antoni con la reforma del mercado. No podemos permitir que algo por lo que tantos vecinos pelearon durante tanto tiempo acaba expulsándonos del barrio", reflexiona Dahan mientras envuelve regalos de Reyes que la asociación ha recogido para una entidad que trabaja con mujeres vulnerables. "Y blindar la vida vecinal pasa también por regular el alquiler", apunta.

En esa misma lucha –evitar que la evidente mejora que supondrá para el enclave dejar de ser 'el barrio de la cárcel' termine por expulsar a los vecinos – están en la Xarxa d’Habitatge de l’Esquerra de l’Eixample. "Lo que puede pasar cuando esto sea un gran parque se vio muy claro en Entença, 151", señala el activista por el derecho a la vivienda Rubén Domínguez. La finca se hizo famosa hace pocos años cuando, coincidiendo con el anuncio del cierre definitivo de la cárcel, la antigua propiedad firmó un preacuerdo de venta con un fondo de inversión y anunció a sus inquilinos que no renovaría sus contratos. El edificio, a poquísimos metros de la prisión, se erigió en buque insignia de la resistencia a la gentrificación. Su fachada se llenó de pancartas de "Nos quieren echar" y "No nos vamosDos años después, no queda rastro de ellas. El primer mensaje terminó haciéndose realidad. El segundo, pese a la resistencia inicial, obviamente no. Hoy queda un único vecino en la finca, el único que tenía un contrato indefinido de renta antigua.

1.084 euros de media

El precio medio del alquiler en el barrio, en datos hechos públicos este jueves, está en 1.084 euros, y la creación de un gran parque a pocos metros de la estación de Sants no se antoja un buen presagio para los vecinos que viven de alquiler. "Se están empezando a mover cosas. Ya se ven varias fincas tapadas de arriba abajo con andamios", advierte Domínguez. En uno de los muros de la cárcel, un gran mural firmado por la Xarxa d’Habitatge, el Sindicat de Llogaters y la asociación de vecinos, advierte a posibles inversores de que, pese a la derrota en Entença, 151, no tienen ninguna intención de rendirse: "'les veïnes ens quedem al barri'".

Además de techo, los vecinos quieren asegurarse también el aire. Una de las prioridades del afa Xirinacs es convencer al ayuntamiento de que elimine un carril en la calle de Entença, "por seguridad, contaminación acústica y ambiental".