Entença, 151: un edificio amenazado
Todavía no ha salido por la puerta el último preso de la cárcel Modelo de Barcelona y ya han desembarcado en el barrio los grupos inversores dispuestos a darle un bocado al goloso pastel inmobiliario que ofrece la Nova Esquerra del Eixample. Los vecinos de la calle de Entença, 151 han reflejado su angustia en las pancartas que han colocado en la fachada de este edificio, construido en el año 1936.
Las 12 viviendas, salvo los dos pisos de la planta cuarta cuyos inquilinos abandonaron voluntariamente el inmueble, han colgado trozos de tela blanca en los balcones alertando a los peatones con lemas como: “No som bitxos. Som persones”, “Nos quieren echar” o “Derecho a la vivienda, no a la especulación”. Las pancartas pretenden visibilizar la especulación inmobiliaria que ha irrumpido en esta zona tras el anunciado cierre de la cárcel previsto para el próximo 8 de junio.
De los 9 pisos que están actualmente ocupados, 4 ya han recibido un burofax notificándoles que no les van a renovar el contrato y tienen que abandonar la vivienda cuando les venza. El primero, el 3 de agosto y, después, los otros tres. “El resto iremos detrás a medida que se acaben los contratos”, apuntan. El primer burofax llegó, cuentan los afectados, tan solo una semana después de conocerse la fecha del cierre oficial de la cárcel. Dos de las víctimas inmobiliarias han caído enfermas.
NUEVE NIÑOS
De todos los arrendatarios, solamente uno tiene contrato de renta antigua, pero teme que al quedarse solo en el edificio la hagan "la vida imposible”. Otra de las personas que ha recibido un burofax lleva 18 años viviendo en la calle de Entença, 151. Salvo un vecino, todos son inmigrantes y la mayoría tienen rentas bajas.En el edificio viven nueve niños escolarizados en los colegios de la zona. "Su vida está en el barrio, si nos vamos es como si emigraran", señalan. "Estoy aterrorizado --afirma un padre de familia--, mis hijas son de este barrio. Siempre hemos vivido aquí".
La casa no tiene ascensor y los vecinos denuncian que hay "humedades, grietas y hormigas". Muchos inquilinos han reformado el piso "porque era imposible vivir en las condiciones que nos lo alquilaron". El bloque tiene además de 12 pisos, dos locales.
Los vecinos han formado una piña y se han movilizado. Ya se han reunido este martes, por segunda vez, con representantes de la Oficina de l’Habitatge del Eixample para que medie en el conflicto. Los afectados quieren convertir su caso en un nuevo <strong>Leiva, 37</strong>, el edificio del barrio de Hostafranchs, en Sants-Montjuïc, que el Ayuntamiento de Barcelona anunció el pasado viernes que había comprado para impedir la expulsión de la gente.
Miguel Ángel Ruiz, administrador del edificio propiedad de las hermanas Galofré, ha reconocido que "están negociando la venta a Renta Corporación, pero la operación no se ha cerrado". Este responsable ha asegurado que se están "haciendo gestiones" con los vecinos y avisando que a las familias que les vence el contrato "que no se les renueva". Y añade: "Los otros siguen". Sin embargo, no ha aclara si a los vecinos que tienen contrato vigente se les ampliará.
VISITAS DE INVERSORES
Los inquilinos no quieren facilitar sus nombres por temor a represalias, porque no solo tienen miedo, sienten "pánico" y no saben dónde ir, reconocen. Uno de ellos vivió un desahucio en su anterior vivienda, de aquel desalojo aún está pagando las consecuencias económicas y de salud. Los afectados por esta voracidad inmobiliaria que sufre la zona han buscado pisos por los alrededores, pero ninguno baja de los 1.000 euros y les resulta imposible pagar esa renta porque sus salarios son bajos.
Casi cada día la escalera es un subir y bajar de gente que otea las posibilidades de inversión que ofrece el inmueble sin ascensor. “Hace poco vinieron unos rusos para ver si lo compraban. La presión es constante”, puntualizan.
PISO A LA VENTA
Uno de los pisos de la cuarta planta, vacíos desde que se fueron voluntariamente los antiguos ocupantes, está a la venta en un portal inmobiliario. El precio es de 260.000 euros por 65 metros cuadrados y hay que reformar la cocina. Para atraer a los inversores, el inmueble se anuncia así: " Cerca de la estación de Sants y de la actual cárcel Modelo que está previsto su cierre en el 2018 para crear nuevos usos entre los que figuran equipamientos como guardería, residencia de ancianos, centro para gente joven y zonas verdes". La desaparición de la prisión se utiliza como reclamo para atraer a futuros inversores.
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