LUCHA HISTÓRICA EN EL EIXAMPLE

Sant Antoni vuelve a salir a la calle para reivindicar el solar del Talia

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Helena López

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Un documental sobre la historia del número 100 del Paral·lel serviría para explicar muchas cosas sobre la historia de Barcelona. El narrador, en homenaje al pasado farandulero de la avenida, podría ser el fantasma de Paco Martínez Soria, propietario del terreno en la última etapa en la que este fue algo más que un solar. En la última etapa en la que fue un teatro. Un teatro mítico, algunos años antes, cuando acogía el Talia, en la época esplendorosa de la avenida. Poco o nada queda allí de todo aquello. Desde hace 30 años el espacio es un solar de 750 metros cuadrados abandonado en una de las puertas de un barrio, el Sant Antoni, cuyos vecinos llevan años reivindicando la falta de equipamientos y la expulsión de vecinos. “Este espacio tiene que ser un equipamiento para el barrio, y, mientras hacemos un proceso participativo para decidir su futuro, abrirlo a los vecinos en una cesión temporal. Podría acoger un pequeño huerto y un espacio en el que programar espectáculos de pequeño formato”, señala Xavier Caballé, portavoz de Fem Sant Antoni, plataforma vecinal que lidera la reivindicación. Este martes por la noche se han concentrado en el lugar para mostrar su malestar por el abandono del necesario terreno y pedir al consistorio que mueva ficha.

El solar es propiedad del fondo inversor Premium Student Housing, empresa que compró el terreno al banco Santander hace tres años con la intención -como su nombre indica- de convertirlo en una residencia de estudiantes, la única vía para introducir camas en el goloso enclave, calificado urbanísticamente como equipamiento (lo que vetaba ya desde un un inicio un nuevo hotel). Cuando tras décadas de abandono y de reivindicación vecinal saltó la noticia de que el solar del Talia -como se conoce al lugar por la persistente batalla de la asociación cultural Pro Talia- se vendía, el tejido vecinal se mostró preocupado. Temían que la residencia a la práctica acabara funcionando como albergue juvenil -es decir, como alojamiento turístico- y temían perder el único solar de esas características que queda en el barrio.

A la espera de la expropiación

Lejos de concederles los permisos para que levantaran la residencia universitaria, el gobierno municipal anunció una suspensión de licencias en varios solares del Eixample para hacer una reserva de suelo para futuros equipamientos. Y el solar del Talia era uno de ellos. La resolución, aprobada en el 2018, daba un margen de cuatro años al consistorio para expropiar los terrenos. "Esperamos que nos expropien ya. Ya que sabemos que no podemos hacer nada con este terreno, cerramos el asunto. No puede ser que ni hagan ni dejen hacer", señala el portavoz de la propiedad.

Los vecinos instan a ambas partes a llegar a un acuerdo cuánto antes ("que no pase por pagar a la propiedad un precio desorbitado", subrayan) y que les entreguen el solar para abrirlo y darle un uso verde, ciudadano y comunitario "desde ya". Al histórico abandono en los últimos meses se ha sumado otra situación compleja, que también preocupa al vecindario. Varias personas sin hogar se han instalado en barracas en el interior del solar y los vecinos de las fincas colindantes denuncian una situación de insalubridad. "En la negociación con el ayuntamiento también tienen que tener presente que aquí ahora viven personas en condiciones pésimas. El consistorio se tiene que hacer responsable de realojar a estas personas", señala Caballé. 

Fuentes municipales aseguran estar "totalmente de acuerdo" con la petición ciudadana de dar un uso comunitario al espacio y ha pedido a la propiedad que lo ceda a los vecinos de forma temporal hasta que se efectue la expropiación y se urbanice.

En cuanto al futuro definitivo del peleado espacio, los vecinos tienen una larga lista de necesidades y quieren trabajar en común un proyecto de consenso. La asociación Pro Talia, estará allí, codo con codo con sus vecinos, para procurar que este futuro incluya un espacio cultural y de memoria como el que llevan décadas soñando.