MOVILIDAD SOSTENIBLE

Las motos eléctricas compartidas siguen sin llegar a todos los barrios de BCN

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Luis Benavides

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Las motocicletas eléctricas compartidas por minutos llegaron a la ciudad de Barcelona como una alternativa al vehículo privado hace tres años, pero es prácticamente imposible encontrarlas en algunas zonas del Besòs, el Guinardó y Nou Barris, entre otras. Con la entrada en vigor de la Zona de Bajas Emisiones a la vuelta de la esquina, su falta de servicio en algunos barrios supone un evidente perjuicio para un importante número de personas. El ayuntamiento, que ha tomado medidas para evitar la sobreocupación del centro con estos vehículos ligeros, no tiene previsto hacer de la cobertura del territorio una obligación.

Cuatro compañías de ‘motorsharing’ ofrecen actualmente sus servicios en  Barcelona, y según el Ayuntamiento de Barcelona podrían ser siete en el 2020. Estas empresas se repartirán unas 7.000 licencias que permitirán circular por toda la ciudad, si bien estos vehículos tienen vetado expresamente el estacionamiento fuera de las zonas de actuación delimitadas por las compañías. Solo están permitidas las paradas intermedias fuera del área, que cubre aproximadamente el 80% del callejero, clicando ‘pausa’ o similar en la aplicación.  

La ‘app’ de estas compañías indica donde está el vehículo disponible más cercano mediante un mapa. Un rápido vistazo al ámbito de actuación de las cuatro compañías permite constatar que las áreas no son idénticas pero sí presentan llamativas coincidencias en puntos muy concretos. Se podría pensar que estas empresas de movilidad sostenible –la mayoría tienen presencia en otras ciudades españolas y algunas, también europeas- evitan la periferia o los barrios tradicionalmente humildes. La verdad es que la mayoría tampoco operan en la parte norte de la Zona Universitaria ni por encima del paseo de la Bonanova, en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi.

Yego, Ecooltra, Scoot y Acciona son en estos momentos las compañías que están operando en la ciudad, y lo hacen con unos precios que van de los 0,19 a los 0,28 euros por minuto con la posibilidad de ahorrar comprando packs de prepago que no caducan. Otras dos, Muvin y Motit (rebautizada IoScoot), abandonaron la ciudad en el 2018, según han explicado a este diario por un conjunto de factores tan diferentes como el vandalismo y la humedad.

Actividad "alegal"

El Ayuntamiento de Barcelona otorgará exactamente 6.958 licencias para motos eléctricas compartidas y 3.975 más dirigidas a las empresas de ‘bike sharing’ antes del 1 de enero, coincidiendo con la puesta en marcha de las restricciones asociadas a la Zona de Bajas Emisiones. Se trata de facilitar otros modos de transporte más sostenibles. La concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona, Rosa Alarcón, ha explicado en varias ocasiones que el consistorio trabaja para que los vehículos de uso compartido sustituyan  al vehículo privado, sin olvidar el transporte público y la movilidad activa.

Fuentes municipales recuerdan a este diario que estas empresas están operando actualmente “de manera alegal” y que, por tanto, el consistorio no puede responder al tipo de servicio que están ofreciendo ni de las zonas que cubren. Con todo, las mismas fuentes confían que las licencias sea un primer paso, “una primera regulación que permita evitar una concentración en la zona centro”. Se refieren a una de las cláusulas detalladas por el consistorio, la que obliga a los prestadores de servicio a tener un máximo del 50% de sus flotas en la zona central de la ciudad, un ámbito que consideran necesario proteger de la sobreocupación. Esta medida permitirá al mismo tiempo diversificar más la oferta del territorio. Queda pendiente el estudio, admiten, de una hipotética obligación de ofrecer servicio en los 73 barrios de Barcelona.

La dispersión y las pendientes

Las áreas que abarcan estas empresas no son fijas e inamovibles. Acciona Motosharing, por ejemplo, actualizó esta semana su aplicación y amplió su “área operativa” con una especie de doble lengua que alcanza ahora parte de Nou Barris y Sant Andreu. Su mapa de actuación, aseguran, responde estrictamente a “un tema de negocio”. “A medida que vamos incrementando la flota, vamos abriendo más áreas de estacionamiento para que el usuario tenga disponible una moto dónde y cuándo la necesite, ya que de otra forma se dispersarían en exceso”, explican fuentes de la compañía. La división de ‘motorsharing’ de Acciona ha desplegado en la capital catalana 1.254 ciclomotores. El lanzamiento de este servicio, explican fuentes de la compañía, se enmarca dentro de su “estrategia de movilidad sostenible, eléctrica y compartida” con la descarbonización como objetivo. 

Los responsables de Yego también lamentan no poder cubrir toda la ciudad, pero tienen sus razones. “Con la flota que tenemos, tampoco nos podemos dispersar demasiado. Si una persona tiene que caminar unos 15 minutos para encontrar una moto libre, entonces seguramente opte por otro modo de transporte”, explica a EL PERIÓDICO uno de los tres fundadores, Tim Ougeot, quien también justifica su ausencia en zonas como el Guinardó. “En barrios con mucha pendiente –continúa- puede ser peligroso porque la batería te podría dejar tirado”. El vandalismo, asegura el copropietario de Yego, nunca ha figurado en la lista de motivos. Solo tuvieron problemas de este tipo durante los disturbios en el centro de Barcelona la semana pasada.

Los ciclomotores tipo Vespa de Yego comenzaron a circular tímidamente por las calles de la capital catalana en febrero del 2016. La compañía, fundada por unos jóvenes emprendedores franceses, comenzó con tres motos. Ahora tienen una flota de 650. “Se nos ocurrió la idea cuando vivíamos en Múnich, trabajando en la industria del automóvil. Barcelona nos parecía perfecta. Ya tenía la cultura de las dos ruedas y encajábamos perfectamente en la voluntad del ayuntamiento de crear una ‘smart city’ y fomentar modos de transporte sostenibles”, recuerda Ougeot, convencido del futuro de este tipo de negocio. “Aunque ahora mucha gente tiene su propia moto, si echas cuentas no te merece la pena tener una. Más del 90% del tiempo la tienes aparcada, sin olvidar el gasto que supone tenerla en propiedad”, ha añadido.

Veto provisional tras los desórdenes públicos

Los disturbios en las calles de Barcelona, concentrados especialmente en los alrededores de la Via Laietana y el Eixample, han obligado a las compañías a tomar medidas. Sus ciclomotores, como otros elementos del mobiliario urbano, fueron usados como barricadas para impedir el paso de las furgonetas de la policía cuando no fueron directamente quemadas. «Hace cinco días restringimos el aparcamiento de motocicletas en la zona centro y lo mantedremos de momento», explicó a este diario el fundador y gerente de Cooltra, Timo Buetefisch, quien prefiere no arriesgar mientras no esté controlada totalmente la situación.

Otras compañías que operan en la capital catalana  como Yego, en cambio, ya han levantado el veto al estacionamiento en el centro de la ciudad. «La noche del martes nos quemaron varias y por eso tomamos esa decisión. Este lunes a la siete de la mañana ya se podía estacionar otra vez por esa zona», aseguró Ougeot, uno de los máximos responsables de la compañía.

Las exigencias de las licencias

Las empresas interesadas en operar en la capital catalana tendrán <strong>una serie de obligaciones</strong> que deberán acatar como evitar que se concentre más del 50% de su flota en la denominada zona centro (Ciutat Vella, Eixample y la parte baja de Gràcia) durante más de dos horas. Otras obligaciones son<strong> la geolocalización</strong> de todos los vehículos en tiempo real y la reubicación de los vehículos mal estacionados en un máximo de 24 horas. El incumplimiento por parte de las empresas puede comportar la retirada de estas licencias. Entre las obligaciones no figura dar servicio a toda la ciudad de Barcelona, como si hacen <strong>otros servicios como Bicing y el transporte público.</strong>

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