REIVINDICACIÓN VECINAL

Montcada quiere rescatar la milenaria Torre del Frare y abrirla a la comunidad

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zentauroepp49597721 montcada i reixac barcelona 28 08 2019 sociedad vecino190830173220 / JORDI COTRINA

Helena López

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Una exultante higuera cargada de higos aún verdes da la bienvenida a la impresionante masía, un tesoro que se antoja un espejismo en una localidad tan castigada por las infraestructuras metropolitanas como Montcada i Reixac, a pocos metros de la gris incineradora, la humeante autopista y la vía del tren aún sin soterrar. Allí reta al paso del tiempo sin arrogancia la construcción más antigua de esta población del Vallès Occidental, datada entre los siglos XI y XII. Allí nació en 1942 Conxita Batlle. Su abuelo ya cuidaba de esas tierras "antes de la guerra civil", recuerda la mujer, hoy presidenta de la recién creada Associació d'Amics de la Torre del Frare, que quiere rescatar del olvido esta finca y hacerla renacer reconvertida en necesario punto de encuentro comunitario desde el que apostar por la soberanía alimentaria.

Según el catálogo de patrimonio de la ciudad, Can Vestit, como también se conoce a la construcción, tiene su origen entre los siglo XI y XII, "con importantes reformas y ampliaciones en los siglos XVII y XVIII". "Esto estaba igual. Igual, aquí teníamos las gallinas y los conejos...", señala Batlle nada más cruzar la imponente puerta de entrada, un arco de doble puente que se estima de la construcción original. El motivo de la visita es que la asociación acaba de firmar un histórico convenio con la propiedad (hoy por hoy privada) para gestionar seis de las 104 hectáreas de las que está formada la enorme finca. "Esto es un punto de inflexión muy importante. Ahora es momento de que se impliquen todas las administraciones, Generalitat, Diputació y ayuntamiento, para hacer efectiva la compra, y nosotros queremos formar parte de esa negociación", apunta Pere Jordi Prieto, una de las almas del nuevo colectivo vecinal, que reconoce ser consciente de que el ayuntamiento, pequeño y endeudado, sí se está haciendo sus deberes. De hecho José Domínguez, miembro activo de la asociación, es concejal de gobierno del consistorio. 

Celdas en pie

"La idea no es solo recuperar el edificio, queremos también las tierras para trabajarlas y cerrar el círculo con una cooperativa", señala Prieto. Lo hace desde una de las estancias de la casa, cuya ala norte actualmente está cerrada. "Necesita una reforma urgente, y urgente es urgente", alerta el miembro de la entidad, indicando que en el espacio clausurado aún se conserva una galería de celdas pequeñitas en las que vivían los monjes que dan nombre a la torre. "Mira el suelo. Es de espina de pez, está protegido, también, como este altar", va relatando mientras muestra los mil detalles de la masía, en el margen izquierda del río Besòs, al inicio del Valle de Vallençana, una de las puertas de entrada de la Sierra de La Marina. "Hasta la filoxera, todo esto eran viñas", prosigue.

En el centro del patio, un pozo. "Aún funciona", señala Domínguez, también en el visita. En él se encontraron restos de un capitel de ventana gótica esculpido con florecillas, hoy desaparecido", según se indica también el catálogo patrimonial. 

Conxita es la más emocionada de la comitiva. "Recuerdo que abríamos la puerta con una llave así de grande", dice marcando con las manos una distancia de más de 30 centímetros. "La he encontrado. Después te la enseño", le responde, cómplice, Prieto, quien llevaba años -mucho antes del convenio- velando por el espacio como 'masover' informal. 

Bróquil, col y tomate

A pocos metros de la casa, una era enorme, aparentemente muy bien conservada. "Esto no se veía con la maleza que había. La empezamos a limpiar en el 2015 y encontramos las baldosas. También protegidas", señala Prieto. "Es como si me viera ahora, con el sombrero para protegerme del sol, dando vueltas al molino", recuerda Batlle frente a la era, ahora convertida en una suerte de soleada plaza. "Es un espacio perfecto para organizar todo tipo de actividades, queremos ir a hablar a los institutos, conectar con los jóvenes", apunta Prieto, cargado de ideas.

Paseando por la finca a Conxita no le paran de venir imágenes a la cabeza. Vivió en aquella casa 20 años, hasta que se casó. "Es una pena que hayan dejado que acabe así", lamenta, aunque está contenta de que un grupo de vecinos hayan decidido unirse para el espacio, patrimonio histórico y arquitectónico a las puertas de un patrimonio ecológico. "Yo soy mayor y ya no lo veré, pero me alegra que se esté trabajando por darle una nueva vida", prosigue la mujer, quien también explica como de niña por las mañanas iba a la plaza de Montcada a vender "lo que había". "Las cosas de temporada. Bróquil, lechuga, tomate, coles, uva...", detalla. También hacían vino. "Era buenísimo. También lo vendíamos". "¿Por qué volver a hacerlo?", se plantean desde la asociación. 

Punto de información

Hijo de Montcada, Ramón Sánchez, exconcejal del consistorio por ICV, es otro de los miembros de la asociación que esta mañana de miércoles visita la casa junto a Conxita y Pere Jordi Prieto. "Uno de los usos que podría tener el espacio es ser un punto de información del parque de la Sierra de la Marina, ya que es una de sus puertas oficiales de entrada", señala Sánchez apuntando que a la Diputación. "Los vecinos nos hemos unido para reivindicar el espacio y su gestión. Queremos que este espacio, lleno de oportunidades, sea autogestionado. No queremos que se convierta en un edificio inerte más de la administración. Queremos que la gente se lo haga suyo, que tenga actividad", defiende.  "Queremos que la administración se implique, pero este espacio puede ser autosuficiente. Tiene muchísimos recursos", prosigue Pere Jordi Prieto.

Lo primero que quieren hacer al empezar el próximo curso, el convenio de cesión de la gestión por parte de la propiedad es muy reciente, es organizar unas puertas abiertas y una asamblea abierta a todo el municipio para hacer una lluvia de ideas.