CAOS EN UN MEDIO DE TRANSPORTE

El vía crucis de la L1

La L9, una de las alternativas recomendadas por TMB mientras duren el corte en la L1 entre Fondo y Clot, esta mañana.

La L9, una de las alternativas recomendadas por TMB mientras duren el corte en la L1 entre Fondo y Clot, esta mañana. / FERRAN NADEU

Luis Benavides

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Un trayecto de 15 paradas, las que separan el metro de Santa Coloma y Universitat, en el corazón de Barcelona, podía suponer unos 25 minutos hasta la semana pasada. Ahora, desde que el 29 de junio empezaron las obras para sustituir las viejas vías de la línea 1 de metro entre las estaciones de Clot y Fondo, se requiere, en el mejor de los casos, el doble de tiempo. La intervención durará hasta el 30 de agosto. En el caso de los vecinos de Trinitat Vella la inversión de tiempo es aún mayor: de los 20 minutos que tardaban hasta ahora en recorrer las 10 paradas que les separan hasta Universitat, ahora pasan entre 55 minutos o una hora y 10 minutos, según la alternativa.

“Ayer caminé hasta la parada Can Zam de la L9, y allí fui en metro hasta Sagrera. Cogí la línea azul hasta Diagonal, me subí a los Ferrocarrils de la Generalitat hasta Plaza Catalunya y caminé hasta Universitat. En total, una hora y cuarto”, explica una usuaria, Celeste Muñoz, investigadora de la Universitat de Barcelona, quien seguirá probando otras alternativas hasta dar con la más rápida y, a poder ser, cómoda. “No han tenido en cuenta que la clase trabajadora no tiene dos meses de vacaciones –continúa la usuaria- y estas obras nos complican mucho la vida porque las alternativas no son viables”.

Otra vecina de Santa Coloma de Gramenet, Lucía Miñarro, afronta estos días con grandes dosis de estoicismo la odisea en la que se ha convertido el transporte público en la zona norte de Barcelona. En su caso, va y viene cada día un par de veces. Trabaja en el sector de la limpieza y el primer turno lo tiene en el centro de Barcelona, en Plaza de Catalunya, a primerísima hora. “Antes tardaba unos 25 minutos y ahora tardo mucho más. Estoy yendo con autobús hasta el barrio de La Salut, allí hago una parada en la L10 del metro hasta Gorg y entonces hago transbordo en la L2 hasta el Clot, donde ya cojo la línea roja hasta Catalunya”, explica Miñarro, quien deshace el camino al mediodía con otra combinación: metro hasta Clot, bus lanzadera hasta Sagrera y allí L9 hasta Can Zam. Por la tarde, más. Al final del día, esta trabajadora de limpieza habría invertido casi cuatro horas subida en un vagón de metro o autobús.

Algunos, seguramente los menos, han probado otros medios de transporte como el Bicing. Es el caso de Mireia Forner, una vecina del casco antiguo de Sant Andreu. “Antes iba en la línea 1 hasta Glòries y allí cogía el Tram hasta Ciutadella para ir a las dos torres -plaza dels Voluntaris, en la Vila Olímpica- y tardaba unos 45 minutos en llegar. Desde que empezaron las obras y debido a las malas conexiones ofrecidas decidí volver a coger el Bicing. Tardo 30 minutos justos”, celebra Forner, quien trabaja en una multinacional farmacéutica y reconoce que pedalear tiene ventajas e inconvenientes. “Es saludable pero hay tramos sin carril bici, como en Gran de Sant Andreu y Gran de la Sagrera, que los coches no respetan a los ciclistas y alguno ya me ha pitado”, añade.

Críticas de la FAVB

Este miércoles, tercer día laborable sin metro entre Clot y Fondo, terminó con unos tímidos cortes en la avenida de Meridiana sobre las siete y media de la tarde. Unos 200 vecinos de Trinitat Vella y Santa Coloma de Gramenet, al grito de “menos directivos y más autobuses”, quisieron visibilizar su enfado por las alternativas ofrecidas por Transports Metropolitans de Barcelona (TMB).  Estos residentes denunciaban que desplazarse a diario se ha convertido en una larga y extenuante gincana no apta para todas las edades. Algunas variantes requieren caminar durante muchos minutos - bajo un sol de justicia, soportando unas temperaturas muy elevadas- y hacer varios transbordos. 

Solo 24 horas después de esta acción de protesta, la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona (FAVB) ha mostrado públicamente su apoyo a los usuarios afectados. La federación ha criticado duramente la manera cómo se han plantedo las obras de rehabilitación de ese tramo. “Es del todo evidente que el gran trastorno que supone para los usuarios y usuarias supera de largo las molestias razonables que todos entendemos que se han de asumir frente a unas obras necesarias”, critica la FAVB en su comunicado.

La entidad afea a TMB que la planificación no fuera compartida con los agentes sociales “para consensuar las alternativas más idóneas” y apunta que al tratarse de unas obras sin una “urgencia imperiosa” se podrían haber desdoblado en dos fases: de Fondo a Fabra i Puig este próximo mes de agosto, por ejemplo, y el resto hasta Clot durante el agosto del 2020. Asimismo, la FAVB critica que las alternativas ofrecidas conllevan una gran complejidad, principalmente para “muchas personas que debido a la brecha digital no tienen acceso a las indicaciones 'on line'”, y las deficiencias denunciadas por diferentes colectivos de<strong> personas con problemas de movilidad.</strong>

Las discutidas lanzaderas

Algunos vecinos, como los impulsores del corte de la Meridiana, siguen defendido la conexión en autobús de las paradas de Fondo y Clot, una especie de metro en superficie que fue descartado desde el primer momento por los técnicos del TMB. Los autobuses, aseguraron fuentes de la empresa, nunca podrán absorber el mismo volumen de pasajeros que el metro y los dos buses especiales están pensados para enlazar principalmente con estaciones ferroviarias como Sant Andreu Comtal (R2, R2 Nord), Sant Andreu Arenal (R3,R4), La Sagrera-Meridiana (R3, R4) y El Clot (R2, R2Nord). Son buses dobles, gratuitos y salen cada cinco minutos aproximadamente. Completar el recorrido desde Fondo a Onze de Setembre, pasando por Trinitat Vella, son unos 25 minutos. La otra lanzadera discurre por la Meridiana y requiere unos 15 minutos para conectar las estaciones de 'rodalies' Sant Andreu Arenal, en Fabra i Puig, y El Clot.

La Associació de Veïns de Sant Andreu de Palomar han propuesto a TMB una solución intermedia: que el bus lanzadera que empieza y acaba en Fabra i Puig baje por la calle de Rovira i Virgili hasta Onze de Setembre. Allí, las personas mayores, que suelen preferir el autobús por comodidad, pues no tienen que subir y bajar escaleras, podrían coger el otro lanzadera hasta el Clot. “Entendemos perfectamente cubrir todo el tramo afectado por las obras es imposible, pero ahora las personas mayores o con problemas de movilidad tienen que caminar unos 15 minutos por la rambla de Fabra i Puig”, explica Santi Serra, presidente de la entidad vecinal, quien recuerda que la ola de calor agrava la situación.