La seguridad en el suburbano
Un centenar de carteristas actúan cada día en el metro de Barcelona
833 detenidos y 3.470 diligencias el año pasado demuestran la gran actividad delictiva
Los Mossos acreditan la reincidencia para que los fiscales reclamen órdenes de alejamiento

Unos policías identifican a unas carteristas en el momento en que se disponen a salir de la estación de Urquinaona, hace unos días. /
Robar una cartera en el metro y salir indemne parece fácil. Al menos, si se analizan las espectaculares cifras. Según los Mossos d’Esquadra, cada día actúan en el metro de Barcelona entre 80 y 100 carteristas, la mayoría perfectamente identificados. El año pasado, los policías autonómicos, que se camuflan de paisano entre los usuarios del suburbano, actuaron en 4.303 robos y hurtos, en los que se encontraron la mayoría de las veces con ladrones reincidentes. De estos, en 833 casos hubo detenciones (porque el valor de lo robado superaba los 400 euros) y otros 3.470 se saldaron con denuncias a los cacos (al valer menos el botín y no ser por tanto delito).
Para evitar esta aparente sensación de impunidad, Mossos d’Esquadra. jueces y fiscales han desarrollado una nueva estrategia: las órdenes de alejamiento. es decir, prohibir a los carteristas denunciados reincidentes volver a entrar en el metro. Para conseguirlo, la policía catalana entrega al fiscal con cada carterista detenido un exhaustivo informe del número de detenciones y denuncias que acumula esa persona, una especie de detallado curriculum delincuencial.
Informes de 576 ladrones
Y más cifras, frías tal vez, pero contundentes. Desde que en septiembre del 2015 los Mossos empezaron a elaborar los listados con los cargos acumulados por cada ladrón han elaborado un total de 2.236 que afectan a 576 personas, todos ellos carteristas. Y han servido para que los jueces hayan dictado 304 ordenes de alejamiento a la red del metro o del transporte público en general. Hay ordenes de alejamiento del metro, de la red de TMB (incluidos autobuses), o hasta de estaciones de Renfe, como Sants o la de plaza de Catalunya. «Y la verdad es que son efectivas porque estas personas ya no vuelven a actuar mientras la orden está en vigor para evitar ser detenidos por desobediencia», explica Pere Pau Guillén, inspector jefe del Área de Investigación Criminal de los Mossos en Les Corts.

«Normalmente, son ordenes de alejamiento con una vigencia de unos seis meses, tiempo durante el cual los afectados se van a otros países», añade Guillén, en cuyo equipo de investigadores nació la idea de demostrar la multirreincidencia y sugerir a fiscales y jueces que condenen a los detenidos o denunciados con la prohibición de entrar en el metro.
"¿Cómo vuelvo a casa?"
Uno de los jueces que ha dictado numerosas sentencias contra carteristas del metro que incluyen esta medida es Francisco González Maíllo, titular del Juzgado de Instrucción número 11 de Barcelona. «Se trata de una medida accesoria que tomamos en el momento de dictar condena y si incumplen el alejamiento entonces cometerían un quebrantamiento de condena, con una pena de entre seis meses y un año de privación de libertad», detalla González.
Para este jurista, la medida es efectiva «a falta de que los legisladores aprueben otra», refiriéndose a la potestad de los políticos de endurecer o suavizar los castigos por cualquier delito en una reforma del Código Penal. Añade como anécdota que una ocasión un condenado le contestó cuando le informó de que no podría coger el metro durante unos meses: «¿Y ahora cómo vuelvo a mi casa?».
Noticias relacionadasQuienes también han notado que los alejamientos funcionan son los agentes del Area de Seguridad del Transporte Metropolitano de los Mossos, que dirige el subinspector Carles Vallès. «Los condenados desaparecen mientras está vigente la orden. Tienen una gran capacidad para desplazarse a otras ciudades hasta que puedan volver», explica el jefe policial.
Pedir información al agente
Sus hombres y mujeres rastrean el metro sin uniforme en busca de estos ladrones a lo que capturan cuando actúan, o identifican al reconocerlos. Pasa en la estación de Urquinaona, uno de los puntos de riesgo, cuando tres policías interceptan a dos mujeres y un hombre bosnios. Todos han sido denunciados varias veces. Muestran sus documentos y se van tranquilos. «A veces hasta nos piden que comprobemos si están reclamados por algún juzgado, para ver si pueden seguir robando», explica un policía. De hecho, al ver a los mossos ni tan siquiera intentan huir.
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