COHESIÓN SOCIAL Y MENORES NO ACOMPAÑADOS

La historia de Gloria y su ahijado migrante Ismail

Gloria e Ismail en el parque de la Ciutadella.

Gloria e Ismail en el parque de la Ciutadella. / ÀNGEL GARCIA

Manuel Arenas

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El revuelo informativo sobre los menores extranjeros no acompañados ('menas'), especialmente las noticias sobre su desprotección en la calle o las agresiones que han sufrido, motivaron a Gloria Langreo (Barcelona, 1954) a escribir una carta del lector a este diario acerca de su experiencia como mentora de Ismail (Bdawa, Marruecos, 2001), uno de los jóvenes migrantes tutelados por la Generalitat que cumplió la mayoría de edad hace pocas semanas, aunque prefiere no mostrar su rostro.

"Cada miércoles me encuentro con Ismail. Entendernos nos supone un esfuerzo a los dos; los gestos nos ayudan y a menudo nos reímos con las confusiones", explicaba Langreo en su texto. Este diario quiso conocer su historia y pasar con Gloria e Ismail una de esas tardes de miércoles en el parque de la Ciutadella.

Gloria e Ismail quedan en Barcelona una vez a la semana durante unas cuatro horas desde el pasado enero, cuando la Generalitat activó el 'Pla integral d'acció per l'acollida i integració dels infants estrangers sense referents familiars a Catalunya'. Se trata de un programa de mentoría donde voluntarios como Gloria se apuntan para hacer una tutorización e integrar en la sociedad catalana a jóvenes migrantes no acompañados. Ismail empezó siendo 'mena', pero ya ha cumplido la mayoría de edad; sin embargo, actualmente sigue bajo la tutela de la Generalitat en un centro de menores de Barcelona.

El chaval, que en julio hará dos años que no ve a sus padres, mira a Gloria tímida pero cariñosamente. Ambos ríen. Gloria es de formación trabajadora social, pero tuvo que dejar de trabajar por uns enfermedad y eso la ha mantenido siempre vinculada a "lo social", concretamente a la integración de migrantes, ya que no olvida que su familia, de Castilla, también lo fue. La voluntaria tiene dos hijos de origen nicaragüense de 22 y 19 años que adoptó con un año y medio y un año y cuatro meses respectivamente, algo que de algún modo también la acerca a Ismail, que ya ha estado en su casa con su familia y de quien reconoce que es "como un hijo".

De la patera al Camp Nou

Ismail llegó a España a finales de julio del 2017, concretamente a Cádiz, pero desde los 10 años le rondaba la idea de vivir en Barcelona porque, entre otras cosas de la ciudad, le encanta el Barça. "En mi pueblo no hay nada escrito sobre cómo venir a España. Tenemos el mar cerca, así que hay gente que arregla pateras: cinco o seis chicos compran un motor y buscan a gente que quiera adentrarse en el mar", cuenta el joven.

Previo pago de unos 500 euros, él fue una de las 60 personas que navegaron desde Marruecos hasta el puerto de Cádiz durante dos días y medio. Una vez allí, Ismail y siete personas más llamaron a "un conocido" que los llevó a Almería, donde durmieron durante 20 días en una mezquita. Allí pidieron ayuda para llegar a Barcelona, y desde la mezquita les costearon un autobús. "Como casi todos eran árabes, dieron un euro, otro, otro...".

Ya en Barcelona, una de las primeras cosas que hizo Ismail fue ir al Camp Nou. "Hace una semana le dije de quedar y me contestó que tenía que ser más tarde porque tenía que ver el Barça", bromea Gloria. Algo que destaca la voluntaria es que sus quedadas informales se basan en un proceso de aprendizaje mutuo donde la enseñanza es recíproca. "Yo le puedo enseñar Barcelona pero, aunque yo lo acompañe, la realidad es que él también me está enseñando muchas cosas sobre su cultura que contrastan con la nuestra".

"Me gustaría que siguiéramos siendo amigos"

Ismail está pendiente de que la Direcció General d'Atenció a la Infància i l'Adolescència (DGAIA) le conceda una plaza en un piso de jóvenes extutelados. Por las mañanas estudia un programa de formación e inserción de carnicería -le gustaría ser cocinero-; por las tardes, asiste a clases de español en la escuela de adultos. Se muestra sorprendido por este sistema de formación reglada, pues dice que, hasta que llegó a España, sus profesores llegaban a clase horas más tarde que los alumnos, eso si llegaban.

"En mi pueblo no hay nada. Lo que ganas de día es para comer de noche. Incluso hemos dejado atrás a nuestra familia por tal de encontrar una vida mejor", apunta Ismail, algunos de cuyos hermanos -tiene diez- también se plantean venir.

Por su parte, Gloria, que reconoce ser crítica con la Generalitat en cuanto a la gestión migratoria pero entiende la dificultad de que la Administración esté desbordada, pregunta a Ismail si se siente acogido por la sociedad catalana. El chico responde que sí, que está a gusto, aunque critica las "generalizaciones injustas" que meten a todos los jóvenes migrantes en el mismo saco. "No todos somos iguales: es cierto que algunos roban y hacen cosas malas, pero, en general, quien viene es para buscar un futuro".

"Ismail es un chico muy responsable y se esfuerza mucho por aprender el idioma y estudiar", apunta Gloria, quien concluye que, aunque el programa de mentoría voluntaria no tiene una duración determinada y será muy diferente cuando el joven esté en un piso de extutelados, "me gustaría que siguiéramos siendo amigos".