ESTUDIO DEL RACC SOBRE LA CONVIVENCIA EN LA VÍA PÚBLICA

Un tercio de los barceloneses comete infracciones cuando se mueve por la ciudad

Un ciclista por la calle Balmes de Barcelona, en noviembre del 2015.

Un ciclista por la calle Balmes de Barcelona, en noviembre del 2015. / DANNY CAMINAL

Carlos Márquez Daniel

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Todos somos un poco el Vaquilla cuando nos movemos por la ciudad. Las normas básicas de circulación son de sobra conocidas, pero qué demonios, no viene nadie, o no mira nadie, o no se va a notar. Y pam; cometemos una infracción que, de manera involuntaria, mina la convivencia en la calle. El RACC ha estudiado los comportamientos en la vía pública y ha preguntado a los ciudadanos. La conclusión es que somos tramposos. Pero el otro siempre lo es más.

El automóvil club se ha situado en 11 cruces de la ciudad y ha observado la actitud de los barceloneses, fueran a pie, en bici, en moto o en coche. En ese trabajo de campo, uno de cada tres cometió algún tipo de tropelía viaria. Y es así cómo, entre unos y otros, se genera una sensación de inseguridad que se alimenta de lo imprevisible que resulta esa movilidad más individual, más egoísta, que colectiva.

Sensación de peligro

Resulta curioso, sin embargo, que la sensación de peligro no se corresponda con la objetividad que brindan las cifras. Los conductores y los viandantes son los que, en mayor proporción, aseguran sentirse mucho o bastante seguros cuando se mueven por Barcelona. Lo de los automovilistas es lógico. Van blindados. No tanto lo de los peatones, habida cuenta de que son el colectivo más vulnerable: en el 2016 fallecieron 16 personas que iban a pie, 10 más que el año anterior. El porcentaje de confort, sin embargo, cae conforme avanza la edad de los entrevistados. No es para menos si tenemos en cuenta que el 62% de esas víctimas mortales tenían más de 70 años. Los que sienten más vulnerables son los ciclistas (el año pasado murieron tres por ninguno en los cinco años anteriores) y los motoristas, que se ven implicados en un tercio de los accidentes que anualmente se registran en la capital catalana (6.018 de un total de 18.006).

En cuanto a la convivencia, la encuesta deja claro que la percepción de peligro va por barrios. Las bicis y los coches temen a la moto por encima de todo, los motoristas aborrecen más al ciclista que al resto y los peatones se sienten más inseguros ante la moto y la bici (esta última todavía tiene permitido circular por las aceras). Curioso que al valorar el propio nicho de movilidad se consiga la nota más digna. Aquello de la paja en el ojo ajeno.  

Ampliar el foco

En cuanto al tipo de infracciones, de los 15.000 usuarios que se observaron en 11 puntos de la ciudad, el 31% mostraron un comportamiento incorrecto. Lo más habitual es no detenerse del todo en un stop (sobre todo coches y motos), no respetar el paso de peatones (tampoco los viandantes, que lo cruzan cuando no es su turno) y no indicar el giro (eso forma parte del ADN de los ciclistas). En cuanto a cifras globales, los ciclistas son los más 'furtivos', con un 48% de bicis infractoras, seguidas de las motos (35,7%), los peatones (21,2%) y los automovilistas (20,6%). Pero eso es la foto fija de esas intersecciones concretas. Si se amplía el foco, si se sigue durante el resto del día a los que no cometen ninguna irregularidad en ese lugar, llegaremos a la escalofriante realidad de que el 99,9% de los ciudadanos, por no decir el 100%, cometen alguna infracción a lo largo del día.

El director técnico de la Fundación del RACC, Lluís Puerto, ha sido el encargado de desgranar el contenido del estudio y de la encuesta. Ha recordado, a modo de contexto, que Barcelona es una ciudad muy densa en la que compartir el espacio público es un reto diario. Más aún si se tiene en cuenta que el uso de la bicicleta ha crecido más del 30% en los últimos cinco años, que la movilidad compartida llama a la puerta con fuerza y que los vehículos de movilidad personal (patinetes, plataformas eléctricas, segways…) también están en auge.  

En el apartado de recomendaciones, el automóvil club se centra básicamente en las mejoras que puedan ayudar a reducir la accidentalidad en la ciudad. Pero eso, por sí solo, no evitará la picaresca que también genera tragedias. Basta un dato para apuntalar esta idea: en las causas de accidente de los conductores durante el 2016, solo el 0,1% (siete fallos mecánicos de un total de 6.923 siniestros) son achacables a agentes externos a la acción irregular del afectado. La seguridad vial no es más que el escenario. La convivencia, el espejo de una sociedad.