Josep Garganté, el concejal más polémico

Garganté muestra y arroja un puñado de billetes falsos en el pleno, ayer.

Garganté muestra y arroja un puñado de billetes falsos en el pleno, ayer.

TONI SUST / BARCELONA

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Josep Garganté es, entre los 41 que integran el Ayuntamiento de Barcelona, el concejal que menos miedo tiene al espectáculo y el que más polémicas ha generado. Desde que asumió su función, tras la entrada de la CUP en el consistorio en las últimas elecciones municipales, el edil se ha convertido en una especie de látigo de Barcelona en Comú en general y la alcaldesa, Ada Colau, en particular. En la memoria visual reciente destaca su imagen tirando billetes falsos de 500 euros durante una reunión del plenario municipal.

Garganté ejerce de voz crítica que acusa a Colau de no ser lo suficiente radical en la defensa de los más vulnerables. “No te votaron para esto”, le espetó en otro pleno. Garganté es, también, conductor de autobús, ahora a tiempo parcial, y un sindicalista activo, muy activo, miembro de la Coordinadora Obrera Sindical (COS), que igual participa en la huelga como hace preguntas en la rueda de prensa del equipo de gobierno sobre la huelga del metro.

LA CÁMARA Y LA CONDENA

El incidente del CAP que ha dado pie a la denuncia no supone su primer encuentro con la justicia. En el 2010 fue detenido, acusado de daños y desórdenes públicos durante la jornada de huelga general del 29 de septiembre de ese año. En concreto, se le acusó de romper la cámara de un trabajador de TV-3 por considerar que estaba grabando a integrantes de piquetes. La sentencia se emitió en el 2012 y fue condenatoria, aunque todo quedó en una sanción económica de 5.000 euros, la mitad por el valor de la cámara rota. El ahora concejal negó en el juicio que él deteriorara la cámara, pero el trabajador de la televisión pública catalana que la estaba utilizando lo reconoció por los tatuajes que lleva en el cuello y porque era calvo.

En diciembre del 2012 fue juzgado de nuevo, esta vez acusado, junto con otro sindicalista, de un delito contra la intimidad y el honor de un alto cargo de Transports Metropolitans de Barcelona y de revelación de secretos por difundir una conversación de este con un trabajador de la empresa sancionado con 15 días sin empleo y sueldo. Garganté y el otro denunciado argumentaron que la grabación demostraba un caso de abuso autoridad. El juez no consideró que los hechos supusieran intromisión alguna en la intimidad del alto cargo, por lo que fueron absueltos.