Aprender a ligar de día

En la era del Meetic, del Tinder, del 3nder (el Tinder de tríos), la empresa Egoland organiza talleres de seducción cara a cara y a plena luz del sol

barceloneando  taller de seducción

barceloneando taller de seducción / periodico

ANA SÁNCHEZ

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¿Qué probabilidades hay de encontrar el amor? Lo calculó hace cinco años un matemático soltero: Peter Backus. Y llegó a una conclusión más propia de Iker Jiménez: que existían más civilizaciones extraterrestres en la galaxia que posibilidades de encontrar pareja en tu ciudad, recoge el libro ‘Las matemáticas del amor’. Así visto, no parece mala proporción: los científicos creen que hay unas 10.000 civilizaciones alienígenas. Pero Backus no llegó ni a la suela de la galaxia de ET: le salieron 26 posibles novias. Otros matemáticos menos quisquillosos calculan que hay 1.000 posibles parejas por terrícola. Y aquí viene la ironía: en Google hay tantas webs para encontrar a esas parejas como para intentar descubrir cómo ligárselas.

“Yo siempre he tenido inseguridad miedo al rechazo”. Edu ('blogger', 25 años) se sincera ante un café. A su lado, asienten Martín (estudiante, 21) y Jesús (26, se dedica al transporte). “Yo me he bloqueado –añade Martín- incluso en casos en los que estaba todo hecho: ella me gustaba, yo le gustaba. Dejar pasar el hecho de enamorarme por bloquearme…”. Sorprende la sinceridad de diván. Podría pasar por una sesión terapéutica, pero es un taller de seducción de día. En la era del Meetic, del Tinder, del 3nder (el Tinder de tríos), aquí se enseña a ligar cara a cara y a plena luz del sol, algo que solo se practica con soltura en ‘Mujeres y hombres y viceversa’.

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“Hay quien dice que esto de la seducción de día no es natural. ¿Y lo natural es con dos copas por la noche?”. Se encoge de hombros Javier Santoro, 28 años, lleva tres enseñando a seducir en la empresa Egoland. Es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas. ¿Que qué tiene que ver la política en todo esto? “Te enseña que la palabra es poder”.

El alumno tipo, dice, es hombre (“sigue imperando que el hombre tenga la iniciativa”), de 18 a 35 años (han tenido alumnos de 60). Los hay extratímidos, pero también directivos que trabajan demasiado y tipos que solo quieren ligar más. El taller básico dura cuatro horas (80 euros). Hay de cinco (100 euros) e incluso de nueve y media (140 euros) con salida nocturna.

Aquí no se enseñan frases de comedia romántica ni poses de macho alfa. Con el “¿estudias o trabajas?” uno se ganaría suspenso directo. Aquí practican, dicen, la naturalidad. “Estamos tan acostumbrados a contar milongas que lo honesto resulta tremendamente original”.

PAUTAS PARA AUMENTAR LAS PROBABILIDADES DE ÉXITO

Primera lección: “La seducción es muy compleja –dice Javier-. Implica autoestimacomunicación, la gestión del rechazo”. ¿Trucos? Él prefiere llamarlos “pautas”. “¿Qué aumenta la probabilidad de éxito cuando te aproximas a alguien?”. Se responde a sí mismo: “En primer lugar, que esté contextualizado”. Decir: “Sé que esto da corte porque no te conozco…” o “esto no es muy normal”. Así empatiza la persona abordada. Y segundo: nada de frases de 1º de piropos de obrero. “Decir algo bonito que sea personalizado, justificado, preciso, subjetivo y genuino”. No es lo mismo soltar un “bonito vestido”, que “te sienta muy bien ese vestido”,  o que “te sienta muy bien ese vestido y las chicas que visten de blanco me llaman la atención”.

Javier se basa en un principio: “Olvídate de ligar y empieza a hacer sonreír como fin en sí mismo”. “Si empiezas a ser una persona valiente, como consecuencia seduces más, pero también puedes encontrar más trabajo”.

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Después de la teoría, los alumnos pasan a la práctica: en el Portal de l’Àngel, a la luz del día, paran a dos chicas sin tirar de gintónics. Ellos enumeran lo que les gusta de ellas; a ellas se les encienden las mejillas. “Cuando escucho a Mozart –explicará luego Javier- sé si me gusta o no me gusta. Pero el que ha hecho 10 años de conservatorio, flipa. Cuando vemos a otro ser humano, solo sabemos ver si es guapo a feo, nos perdemos mucho. Yo procuro trabajar la sensibilización”.

Las chicas se marchan. Cinco minutos después, Martín se para, se arrepiente de no haberle pedido el teléfono, corre en su busca. A la media hora, vuelve sin teléfono, no la encontró, pero sus compañeros le aplauden por intentarlo. ¿El sitio más raro donde han ligado? “En una gasolinera”, dice Jesús. “Yo he pagado el metro para alcanzar a una chica”, añade Javier.

Por cierto, el matemático del principio de esta crónica se casó hace dos años.