BARCELONEANDO

Galería de excéntricos

Mauricio Bach pasa lista a los cineastas más excéntricos y las películas más extravagantes en su libro 'Películas de culto. La otra historia del cine'

Mauricio Bach, autor de 'Películas de culto. La otra historia del cine', esta semana, en Barcelona.

Mauricio Bach, autor de 'Películas de culto. La otra historia del cine', esta semana, en Barcelona.

RAMÓN DE ESPAÑA / BARCELONA

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Hace años que conozco (superficialmente) a Mauricio Bach (Barcelona, 1965) y siempre lo había considerado un intelectual sesudo, que no aburrido, consagrado a la literatura con mayúsculas, tanto en su etapa de editor en Destino como en sus actuales empeños de articulista, traductor y profesor de escritura creativa en el Ateneu. De él me esperaba cualquier cosa menos el libro que tuvo a bien enviarme hace unos días, más propio (aparentemente) de un Jordi Costa o un Antonio Trashorras: 'Películas de culto. La otra historia del cine', consagrado a las extravagancias de todo tipo que se han insertado en el séptimo arte prácticamente desde sus inicios, un libro que no es otra aproximación irónico-admirativa al llamado cine basura -aunque también-, sino una amena y bien documentada reflexión sobre un cine, digamos, peculiar, en el que pueden convivir tranquilamente joyas como 'La noche del cazador' y 'Eraserhead' con basurillas (por lo menos, desde mi punto de vista) como las películas de artes marciales de Bruce Lee o las chapuzas de Jesús Franco.

«Yo pretendía explicar de manera amena un tipo de cine que recorre de manera, digamos, paralela el avance del séptimo arte. Insisto en lo de la amenidad porque veo que últimamente, sobre todo en los análisis de las series de televisión, abundan una profundidad sociológica y una seriedad filosófica que me resultan un tanto cargantes. He intentado recuperar la emoción de los programas dobles de mi infancia, cuando me llevaban al Avenida de la Luz, al Rialto, al Loreto, al Spring y demás salas que ya no existen para echar la tarde del sábado con un programa doble. Supongo que mi fascinación por esa clase de cine arranca de esa época».

Le comento que yo, incluso en la infancia, ya podía distinguir las películas de terror de la Hammer de las birrias de Paul Naschy, y me da la razón con matices: «Las películas de Naschy eran, ciertamente, horrorosas, pero me enternece de ellas la fe de ese hombre en sí mismo, como actor, guionista y heredero natural de los grandes del género como Bela Lugosi o Boris Karloff. Naschy, nacido Jacinto Molina, tiene fans repartidos por todo el mundo, algo que a ti y a mí nos puede parecer incomprensible, pero que a él le llenaba de gozo y le reafirmaba en su creencia de que era una de los grandes».

También Bela Lugosi era un actor infame, le digo, tan malo que casi era bueno: «El problema de Lugosi es que se tomaba muy en serio a sí mismo, mientras que Karloff siempre supo mantener cierta distancia entre él y sus personajes y hasta se prestó a auto parodiarse en 'Target', de Peter BogdanovichLugosi se permitía el lujo de rechazar papeles que, según él, no estaban a su altura, y solo le faltó cruzarse en sus últimos años con Ed Wood para que se le fuese la chaveta del todo».

Desacuerdo

Con Jesús Franco no nos ponemos de acuerdo: «Deberías ver sus primeras películas, sobre todo Miss Muerte, donde aún se nota que aprendió algo de Orson Welles cuando fue su ayudante de dirección en 'Campanadas a medianoche'. El problema es que enseguida pasó de hacer las cosas más o menos bien y optó por la fabricación a destajo de películas de Fumanchú, vampiras lésbicas y lo que le echaran. Pero siempre tuvo más talento que Leon Klimovsky o Amando de Ossorio, por ejemplo».

En el libro de Bach también hay sitio para los gialli italianos de los 70 y 80 -ahí coincidimos en que Dario Argento empezó bien y evolucionó mal, aunque él reconoce una especial debilidad por Mario Bava-, las andanzas mexicanas de Santo el enmascarado de plata -que no debía ni saber vocalizar, pues recuerdo de crío haber identificado su voz como la del que doblaba a Robert Stack en 'Los intocables'-, las fantasías erótico-demenciales de Russ Meyer o las cintas de blakxploitation con Richard Roundtree y Pam Grier, que mucho más tarde se convertiría en la Jackie Brown de Tarantino, un personaje al que Bach adjudica una importancia especial a la hora de exhumar antiguallas.

'Películas de culto' habla también de cineastas tan olvidados como Andy Milligan, homosexual atrabiliario y sadomasoquista al que se le perdió la pista tras una inmersión radical en el mundo del zurriagazo y la sumisión. Milligan es, tal vez, el personaje más extravagante y excéntrico de una lista que no tiene desperdicio. El sesudo Mauricio Bach, hombre con un sentido del humor casi subterráneo que se manifiesta a veces en una media sonrisa y, aún con menor frecuencia, en una breve risita de conejo, es el responsable de esa lista que yo le agradezco enormemente porque he llenado algunas lagunas de mi propia colección de extravagancias cinematográficas.