Vivir en la 'zona cero'

Los vecinos de las manzanas afectadas no entienden la necesidad de tirar sus casas

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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A nadie le gusta protagonizar de forma cíclica los informativos si la noticia es que sobre su casa -literalmente, sobre ella- se va a abrir una gran avenida. Seguramente aún menos si esa avenida que arrasará sus hogares se hace para despejar el acceso principal a la Sagrada Família; construcción que hace que para muchas de las personas que viven sobre esa hipotética futura avenida salir cada mañana de su portal sea toda una odisea. Es el caso de los vecinos de la finca levantada en el 410-414 de la calle de Mallorca, justo frente a la fachada principal del templo, cuya entrada está prácticamente en todo momento repleta de turistas.

"El principal problema del barrio es que se ha convertido en un parque temático. ¿Qué sentido tiene que echen a los vecinos de sus casas para hacer una avenida para atraer a más turistas? ¡Los turistas vienen hasta aquí a ver la obra de Gaudí!", explica Carme, vecina del pasaje de Font -la pequeña vía que une las calles de Mallorca y València, entre Sardenya y Marina- desde hace 20 años. "Gastar dinero en eso en los tiempos que corren no se entiende", concluye la mujer.

Falta de información

Falta de informaciónLa mayoría de los afectados coinciden en asegurar que lo peor de su situación es la falta de información. "Rumores, todos, desde hace muchos años; pero de noticias oficiales no tenemos ninguna", aseguran los vecinos afectados por el plan inicial, todavía desconocedores de que todo apunta a que el plan final será mucho menos agresivo (afectaría a 150 viviendas, en vez de a las 1.200 previstas).

"Los que llevan peor la incertidumbre son las personas mayores", explica Juana Domènech, propietaria de la cafetería Em ve de gust, en València, en el epicentro de la manzana afectada. "Por mí no sufro, el propietario me ha dicho que va para largo, pero sí veo a clientas que son vecinas de toda la vida y sí están angustiadas por no saber qué será de sus casas", prosigue la mujer. En la misma línea se pronuncia Carme, a cuyos ojos es una verdadera injusticia tener a tantas personas mayores sufriendo así.

Maria Teresa vive en la misma finca que Fernando, edificio que por su privilegiada situación tiene todos los números para desaparecer por mucho que se disminuya el número de afectaciones. Se muestra optimista. "No me quita el sueño. Hace 40 años que vivo aquí y 40 años que oigo que nos quieren tirar la casa al suelo, pero nunca pasa nada -reflexiona con tranquilidad. Y como yo piensan muchas personas que han vivido aquí toda la vida. Eso de que estamos afectados no sé quién lo dice, a mí nadie me ha comunicado nada".

Los menos optimistas reclaman que si existe la intención de desafectar -algo que obviamente celebran- se haga lo antes posible, para poder empezar una nueva etapa con la tranquilidad de saber que su casa no tiene los días contados. Aunque los turistas sigan agolpándose ante la entrada.