breve manual de uso

Un pulso en directo, por carta y a través de internet

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las subastas no son un club con el derecho de admisión reservado. Las puertas están abiertas para cualquiera que quiera pujar. Pero conviene conocer algunas reglas.

En la subasta no todo el mundo da la cara. En la sala estarán esta tarde bastantes de los anticuarios de Barcelona y algunos llegados expresamente para la ocasión. Pueden intentar hacer aquello que coloquialmente se dice que hacen los bomberos. No pisarse las mangueras unos a otros. Es decir, no pujar por la pieza que desea el colega de profesión, a cambio de que él respete ese mismo código de honor. Pero con internet en escena, ese pacto no escrito salta por los aires. La subasta se retransmite por la red y es posible pujar en ella a distancia y desde el anonimato. Por si ello no fuera suficientemente complejo, hay personas que usan una tercera técnica para hacerse con la pieza deseada. Envían una carta a la sala de subastas con el precio máximo que están dispuestas a pagar. Si nadie alcanza esa cifra, se les adjudica el lote. Balclis calcula que en los tres días previstos de subasta colocará un 80% de los lotes. El resto se podrá comprar durante 10 días al precio de salida.