DESPEDIDA DEL CUARTEL DE EXTINCIÓN DE INCENDIOS MÁS ANTIGUO DE LA CIUDAD

Los bomberos dirán adiós a Provença el 16 de enero con una fiesta popular

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

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Como tantas veces han hecho en las más de siete décadas que llevan instalados en la calle de Provença, los bomberos volverán a abrir las puertas del cuartel el próximo 16 de enero a todos los barceloneses, y especialmente a sus vecinos más próximos, para compartir con ellos una gran fiesta. Pero esta vez será agridulce, ya que supondrá la despedida de unas instalaciones que pocos días después se quedarán vacías. Entre los días 21 y 25 los 140 profesionales del parque se irán trasladando al equipamiento que se ha levantado en el parque de Joan Miró, donde permanecerán mientras se llevan a cabo las obras de ampliación del Hospital Clínic y se adecúa el pequeño recinto colindante destinado a los apagafuegos, al que regresarán una vez finalicen. Esto es, si no hay imprevisto, algo habitual con las grandes actuaciones, en el 2013.

A partir de las 10 de la mañana del sábado 16 el cuartel central de los bomberos ofrecerá diversas actividades para todos los públicos en una larga jornada festiva que los bomberos calculan se prolonguen hasta la noche. Serán momentos de encuentros con los profesionales jubilados, que tienen allí su espacio para reunirse, con las familias y, sobre todo, de recuerdos, de mucha nostalgia. Y de despedidas. Humanas y materiales. Porque uno de los temas que dejarán sin cerrar cuando se trasladen a los pocos días a las instalaciones de 2.500 metros cuadrados del parque de Joan Miró, también en el Eixample, es qué pasará con el patrimonio que los bomberos han ido protegiendo durante estos años y guardando en un pequeño museo del parque de Provença.

JOYAS DEL PASADO / En esas dependencias se encuentran joyas como la bomba de extinción más antigua de España, de 1877, una bomba a vapor comprada en 1889, un carro de tracción animal adquirido en 1893, la Genoveva, un coche de 1922 que todavía está en activo y que probablemente volverá a salir a la calle como otros años para la cabalgata de Reyes, y otros tesoros con un valor mucho más sentimental, como las fotografías de compañeros muertos en servicio.

Por ello, mientras una de las preocupaciones de los nuevos vecinos que recibirán a los bomberos es que la instalación provisional junto a la esculturaDona i ocell, de Joan Miró,

–contra la que han recurrido al considerarla ilegal– les restará uno de los pocos espacios verdes que quedan en el distrito, la intranquilidad de los apagafuegos es mantener en condiciones su patrimonio. Algo para lo que reclaman recuperar el cuartel del Poble Sec, en la calle de Lleida, clausurado en el 2000, y vestigio de la exposición de 1929.

Una petición que ya han expuesto a la concejala de Seguridad y Movilidad, Assumpta Escarp, y que ha tenido una negativa por respuesta, en tanto, justifica el ayuntamiento, ya existe un acuerdo escrito para la cesión de este antiguo parque al Consorcio de Educación, que lo destinará a la ampliación de la escuela CEIP Mossèn Jacint Verdaguer, que está al lado. Queda pendiente para seguir tratando el tema una reunión en enero –sin fecha concreta– con Escarp y representantes de la Plataforma para la Defensa del Patrimonio Histórico de Bomberos de Barcelona, que preside Antoni Galilea y aúna a la mayoría de apagafuegos de la ciudad.

PARQUE DE LA PREVENCIÓN / Pese a que la línea de trabajo del consistorio está en buscar un emplazamiento para guardar el patrimonio, dan por descartado recuperar el cuartel del Poble Sec, aunque algunas de las piezas de momentos se guardarán en el parque de Vall d’Hebron. Pero los bomberos seguirán en su empeño. «El ayuntamiento sabe que cuando se nos mete algo en la cabeza no cejamos en el empeño», explica Galilea, quien pide a entidades de Barcelona que apoyen el retorno del edificio para crear, además de un museo, un parque de la prevención, con el objetivo de ser un centro abanderado en la investigación de nuevos materiales contra incendios. Un proyecto en el que un grupo de bomberos, entre los que hay un abogado, un ingeniero, un arquitecto y un aparejador, está trabajando.

Ese tesón les han llevado a buscar el apoyo de la Unesco para intentar aumentar la categoría de protección de la finca de la calle de Lleida y conservarla, así como a intentar recuperar todos los vehículos que un día cedió el ayuntamiento para el fallido Museu del Transport de Catalunya de Castellar de N’Hug (Berguedà), algunos de los cuales se han subastado. Como ejemplo, Galilea explica que la escalera más alta de Europa en los años 50 está en una colección particular de Segovia. «Es necesario tener un museo y un parque de la prevención para recuperar el prestigio de los bomberos de Barcelona», reclama.