La Revolución francesa irrumpe en el Liceu con 'Andrea Chénier'

MARTA CERVERA / BARCELONA

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El Liceu inaugura esta noche su temporada operística con aires de revolución gracias a Andrea Chénier, la ópera más conocida del compositor Umberto Giordano. La obra, ambientada en el fin de la monarquía francesa, abre uno de los cursos más ambiciosos del Gran Teatre, con ocho producciones propias. La acción de este drama histórico en cuatro actos se inspira en la vida del poeta André Marie Chénier (1762-1794), autor francés acusado de crímenes contra el Estado que murió en la guillotina. Arranca en el crucial verano de 1789 y acaba en julio de 1794, los últimos días del régimen del Terror.

Producida por The New National Foundation de Tokio en el 2005, la puesta en escena de Philippe Arlaud enfatiza el drama con una escenografía moderna e impactante donde la imagen de la guillotina tiene un protagonismo especial. "El sonido de la guillotina al caer marca el final de cada acto, que siempre coincide con una masacre", explicó Arlaud.

La partitura, que no se representaba en el Liceu desde hace 22 años, necesita unas voces de primera como las de los tres repartos previstos. En el primero el tenor José Cura, el barítono Carlos Álvarez y la soprano Deborah Voigt encarnan los roles principales de Chénier, Carlo Gérard y Magdalena de Coigny, respectivamente. En el segundo cuenta con Fabio Armiliato, Anthony Michaels-Moore y Daniela Dessì; y en las funciones populares, Carlo Ventre, Silvio Zanon y Anna Shafajinskaia.

LAS DIFICULTADES

El prestigioso maestro Pinchas Steinberg, que regresa al Liceu con esta obra, considera que calificar esta pieza de verista es un error. "Giordano es un compositor sui generis. Es él el sucesor de Verdi, no Puccini. Pero sus armonías no tienen nada de verismo y la instrumentación de la orquesta, tampoco", asevera el músico israelí cuyo maestro fue un amigo íntimo de Giordano. Por él sabe que el compositor consideró siempre un error la forma en la que se estrenó la obra en la Scala en 1896. "Cuando Giordano fue a la Scala a ver la obra dijo: 'Dios mío, pero qué han hecho con mi obra, la han convertido en una pieza sinfónica con voces'. Había momentos en los que la tesitura de los cantantes estaba por debajo de la orquesta, que sonaba más alta. Eso es un error. El trabajo del director consiste en remediarlo", dijo. "Hay que crear una atmósfera idónea para que se escuchen los cantantes, si no ¿para qué hacemos ópera?".

José Cura, que tiene una sólida experiencia en el rol de Chénier, se siente a gusto con el exigente Steinberg. "Estas óperas hiperorquestadas están en manos del director. Cuando no piensas como él, sufres. Esta vez no creo que ocurra porque tengo al director justo", aclaró. A su lado, Carlos Álvarez, que se estrenó como Carlo Gérard en Viena la pasada primavera, reconoció sentir cierta envidia. "Aunque Giordano fue más amable con la tesitura del barítono, a veces me gustaría ser tenor para poder cantar esta ópera". Su intención es reflejar vocalmente los cambios de un personaje clave en al obra que empieza como lacayo y acaba dirigiendo la Revolución como lugarteniente de Robespierre.

Para la norteamericana Deborah Voigt abordar por primera vez el rol de Maddalena de Coigny supone "un reto importante". "Llevo locos a mi compañeros y al maestro. Les agradezco su paciencia porque yo aún estoy trabajando y luchando con el personaje", admitió.