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La demolición del Camp Nou: el impacto de verla por dentro

«Estamos en el punto que querríamos estar», dice un responsable de las obras del Espai Barça

El último día en el viejo templo del Camp Nou

El Espai Barça generará el pago de una deuda anual de 94 millones

Las cifras sobre las que se edificará el Espai Barça

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Albert Guasch

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«Estamos en el punto que querríamos estar. Nuestra prioridad es cumplir con todos los plazos marcados. Y vamos bien». Joan Sentelles, director de operaciones del Espai Barça, concluye con términos categóricos una visita guiada por la atmósfera apocalíptica que desprende por dentro y por fuera el Camp Nou

El edificio va recibiendo los puñetazos duros de las grúas, derrumbando la tercera gradería. Al lado de la tribuna, donde se encontraba el párking, se abre un imponente agujero que permitirá instalar las supergrúas que desmantelarán pronto la marquesina ya agujerada. 

Obras 'limpias' en el Camp Nou

Los camiones que salen del Camp Nou cargados de escombros se someten a una breve limpieza antes de salir del recinto y circular por la ciudad. /

Por dentro, el terreno de juego ha sido cubierto por piedras, camiones y maquinaria de construcción de tamaño variado que han apagado el olor a hierba. Hay sillas amontonadas, amasijos de hierros y el ruido no cesa. 

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Imagen interior del Camp Nou, en la actualidad. / FC Barcelona

Causa impresión ver el escenario de tantos momentos apasionados, icono absoluto de la ciudad, convertido ahora en algo parecido a una recreación por ordenador de una película de destrucción y catástrofes. El Camp Nou no deja de tener el aspecto de una casa sometida a una reforma a fondo, pero a lo bestia. Hablamos aquí de 230.000 metros cuadrados. Y antes de construir, hay que destruir.

Cumplir los plazos

Marca 32 grados el meterólogo del iphone a primera hora de la mañana, se suda con solo parpadear, y casi 400 personas trajinan en lo que va quedando del Estadi. Lo hacen cada día de 8 a 19 horas. En el punto álgido habrá casi 2.000 currantes. 

Sentelles explica que si el ritmo de trabajo es tan bueno es gracias a la prueba que se hizo esta pasada temporada desmontando parte de la grada de Gol Sud. «Nos fue muy bien. Quizá fue una molestia para el socio, porque se perdieron unos 3000 asientos, pero nos enseñó muchísimo. A veces derruir es lo más complejo, porque nos muestra cómo está el edificio», asegura. A partir de noviembre se espera empezar a construir.

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Estado de la marquesina de tribuna del Camp Nou. / FC Barcelona

Cumplir los plazos previstos es la misión rectora de los responsables de la obra, no en vano hay un marcaje social intenso y, claro, un millón de euros de penalización por cada día de retraso. Así que será la pregunta que más irán escuchando. ¿Se avanza a buen ritmo?¿Llegamos a tiempo? Si no se produce ningún contratiempo, el equipo de Xavi y unos 60.000 aficionados podrán volver al Estadi en noviembre del 2024; unos 90.000 en junio del 2025 y los 104.000 de aforo completo en junio del 2026. De Limak, la constructoria turca responsable del proyecto, se han instalado en Barcelona un staff de 40 personas.

Respeto por Mitjans

Los trabajos de derribo permiten visualizar el esqueleto del Estadi que construyó Francesc Mitjans en 1957, de dos graderías de altura, cuyas fachadas se conservarán, sin perder de vista el diseño japonés de Nikken Sikkei. «Queremos ser respetuosos con la memoria histórica», explica Lluis Moyà, director de la oficina técnica del Espai Barça. 

El Estadi adquirirá volumen. La parte exterior crecerá diez metros y sumando los voladizos que rodearán el estadio hará que se ganen 27 metros de margen en todo el perímetro. Por ejemplo, el Gol Sur se irá hasta casi las escalinatas de Travessera de les Corts.

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Imagen externa del Camp Nou. / FC Barcelona

Desde dentro del Estadi se vislumbra el hueco donde se ubicará el anillo de palcos VIPS, en 360 grados, encima de la segunda gradería. Es el maná de la reforma. Se calcula que el club obtendrá unos 76 millones de euros de explotación anual por estos palcos.

Algunas partes de la grada parecerán alejarse del terreno de juego, pero los constructores garantizan una visibilidad absoluta del 100% de los asientos. No ocurría eso hasta ahora. 

El precio de la reforma, por cierto, no superará, según Sentelles, los 960 millones de euros. «Podría salir incluso por menos», asegura taxativo.