La marcha de Messi a Miami: El desencuentro con Laporta (y 2)

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Laporta saluda a Messi en su toma de posesión como presidente del Barça (marzo 2021).

Laporta saluda a Messi en su toma de posesión como presidente del Barça (marzo 2021). / Reuters

Marcos López

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Nunca se supo. Ni, tal vez, se sepa nunca. Pero en las elecciones de marzo de 2021 se vio una imagen jamás vista antes. Leo Messi ejerció su derecho de socio y colocó el voto en la urna del viejo Camp Nou. Iba acompañado el astro de su hijo Thiago. Sonrió feliz mientras depositaba su papeleta – no dijo a quien elegía entre Joan Laporta, Víctor Font y Toni Freixa, aunque, quizá, no haga falta-, convencido de que su futuro en el Barça iría mejor. Lo hacía Messi convencido de que se quedaría para siempre en su casa después de haber documentado en un burofax -algo tampoco nunca visto antes – su divorcio con Josep Maria Bartomeu. 

Ahora, tras un frustrante paso por el PSG, termina Messi en Miami. Y en menos de dos años ha vivido dos desencuentros. El primero le llegó cuando menos esperaba. Y era con Laporta, el presidente con quien había cohabitado de manera serena en su primer mandato (2003-10). Sucedió en verano de 2021.

Con Laporta estaba lejos, por ejemplo, de la crispación que vivió Messi con Sandro Rosell, y ese inquietante fichaje de Neymar que buscaba, en el fondo, la salida del ‘10’, o del desprecio que presidió su nula relación con Josep Maria Bartomeu. Desprecio que quedó certificado en ese burofax que sacudió al Barça. 

Messi se despide del Barça entre lágrimas

Messi se despide del Barça entre lágrimas / JORDI COTRINA

Creía Messi que lo peor ya había pasado. Pero aquel agosto de 2021 cuando descendió del avión privado, que le traía de Ibiza, recibió la noticia que no imaginó nunca. El Barça no lo renovaba. Venía para firmar, o eso pensaba él, y se encontró con un portazo.

El final del '10' ocurrió el 5 de agosto de 2021. A las 19.33 h escupía el club un frío comunicado. "A pesar de haber llegado a un acuerdo y con la intención de firmar un nuevo contrato, no se podrá formalizar debido a obstáculos económicos y estructurales (normativa de LaLiga española)".

Semilla de la desconfianza

Un texto breve. Apenas nueve líneas. Breve y frustrante para finiquitar 21 años de hermoso idilio. Ahí se sembró la semilla de la desconfianza que ha envenenado también el nuevo desencuentro entre Laporta y Messi. Para explicar su marcha, el presidente admitió que puso "a la institución por delante del mejor jugador de la historia".

Leo Messi con Jan Laporta el 18-9-09 firmando su renovación

Leo Messi con Jan Laporta el 18-9-09 firmando su renovación / SPORT

Lo dijo un par de días antes de que ese mar de lágrimas inundara el rostro del delantero, quien balbuceaba su desconsuelo porque se tenía que ir en contra de su voluntad. Él y su familia. "Es el momento más duro y difícil de mi carrera. Esto ya no vuelve. Esto es el final", argumentó Messi sin poder asimilar lo que había sucedido en esas volcánicas 48 horas que terminaron con él, vestido de azul, en el Parque de los Príncipes parisino.

Messi, en un partido con el Paris SG.

Messi, en un partido con el Paris SG. / Reuters

Luego, un año después, el peor año deportivo de Messi (34 partidos y solo 11 goles), y coincidiendo con la gira veraniega del pasado verano del Barça por Estados Unidos, Laporta dejó una frase que debería servir de hoja de ruta para un retorno que nunca se dio. "Moralmente como presidente del Barça creo que hice lo que tenía que hacer. Pero también como presidente y a nivel personal creo que estoy en deuda con él", argumentó el dirigente.

Era "una deuda moral". Una deuda que quería saldar este verano. Aunque Laporta ha vuelto a vivir otro desencuentro con Messi. Segundo y último. No pudo impedir su marcha. Tampoco ha podido rescatarlo ahora porque esa herida abierta ha sido irrecuperable.

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