LA CONTRACRÓNICA

El equipo de Messi, el club de Bartomeu

El capitán ataja con tres goles una tarde que apuntaba crispada con los gritos de la grada reclamando la dimisión del presidente

Un aficionado agita su pañuelo duante los cánticos que idieron la dimisión de Josep maria Bartomeu durante el Barça-Eibar.

Un aficionado agita su pañuelo duante los cánticos que idieron la dimisión de Josep maria Bartomeu durante el Barça-Eibar. / periodico

Joan Domènech

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El Barça es ahora, más que nunca, un ente de dos cabezas. No sería apropiado hablar de monstruo, pese a que lo pida la tentación. El equipo es de Messi y el club es de Bartomeu. La separación que se intuía con varios episodios anteriores se ha confirmado. La brecha es tan grande que la grada se ha dado cuenta y ha tomado partido.

En la disyuntiva -la misma que en su día planteó a Luis Enrique ("no me hagas elegir entre él y tú", dijo Bartomeu al entrenador tars el episodio de crisis de Anoeta)  estaba cantado quién sería el ganador. El mismo.

"Bartomeu dimissió", cantó al fin el Camp Nou. Viene a cuento el al fin porque pocos presidentes se libran de una jornada de repulsa. El Bartogate ha condenado al actual. La hinchada del Camp Nou -no solo la de Twitter, distinción que gusta hacerse en la entidad- no ha creído sus argumentos de inocencia y pidió su marcha. De forma clara. Inequívoca.

Vuelven los pañuelos

Una cosa es el equipo de Messi y otra es el club de Bartomeu. Volvieron los pañuelos al Camp Nou, en una tradicional manifestación que se creía enterrada en la modernidad por la avalancha de turistas que pueblan las butacas.  Aún quedan socis. Aún quedan pañuelos blancos en el fondo del cajón.

Hubo gritos de "Bartomeu dimissió" nada más terminar el himno. Unos segundos después -tal vez los mismos 20 segundos de los luctuosos minutos de silencio- la grada empezó a cantar "Barça, Barça".

Las circunstancias alimentaron otra dosis de chifla: el enfado de los aficionados que llegaron tarde por las obras del Espai Barça en las calles aledañas, y el retraso en el comienzo del partido, al parecer por el fallo de las comunicaciones con el VAR. Algo fundamental. El árbitro de vídeo tuvo una tarde ajetreada.

Solo faltó que el Eibar rematara dos veces en el minuto 3 y que marcara un gol que fue anulado. Reapareció inmediatamente el brote de malhumor en la grada. La crispada tarde que se dibujaba en el horizonte se acabó en cuanto apareció el genio de la lámpara. (Lo de genio viene a cuento porque marcó dos goles de la nada futbolística, producto de su fértil imaginación). Fueron tres antes del descanso.

Palco de seis invitados

Acabó el partido, se marcharon los futbolistas (el equipo) y reaparecieron los pitos para el palco (representación simbólica del club). Un palco que también fue el perfecto resumen de la absoluta ausencia de atractivos de la jornada, entre el descrédito ganado por la junta esta semana, la temprana hora y la asistencia del Eibar, decimosexto,  cuya popularidad apenas debe trascender los límites del término municipal.

Seis tristes nombres figuraban en la relación de personalidades cuando, a veces, el folio está imprimido por las dos caras: Amaia Gorotiza (presidenta del Eibar), Pau Vallvé (premi Gaudí a la mejor música original), la pareja de padeleros Maxi Sánchez y Agustín Tapia (cuarto y quinto del ranking), Risto Mejide (presentador de televisión, publicitario y escritor y amigo de la casa) y Laura Escanes (influencer y modelo), que también son pareja sentimental.

Dosis de chirigota

La presencia de un nuevo fichaje tampoco resultó un polo de atracción que alentara una mejor asistencia al estadio. Martin Braithwaite, hasta ayer anónimo delantero danés del Leganés,  llega al Barça como un artículo de necesidad, no de lujo.

Apareció Braithwaite con el 3-0 en el marcador y sustituyó a Griezmann. No a Messi, por supuesto, como si fuera el único que no necesita descanso. Fue recibido con un entusiasmo tan excesivo que sonó a chirigota. Lo confirmó la ovación cuando el jugador quiso centrar con la zurda y mandó la pelota a la grada. Pero siguió concentrado y participó en los dos  últimos goles. Entonces se le aceptó. Ya es uno de los nuestros. Del equipo.