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EL DUELO EN VALLADOLID

Dembélé da un valioso triunfo (0-1)

El gol del francés salva el horrible partido del campeón en el vergonzoso césped de Pucela

Dembélé, durante el partido ante el Valladolid, el 25 de agosto del 2018

Dembélé, durante el partido ante el Valladolid, el 25 de agosto del 2018 / periodico

Marcos López

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Dembélé evitó el desastre. Y el VAR, justo como fue en la anulación del gol de Keko Gontán ya en el tiempo añadido, esquivó el ridículo del campeón, que ni compareció en Valladolid. Es cierto que el campo estaba lamentablemente vergonzoso –resulta indigno que la Liga se juegue en una hierba que no tenía ni raíces­ ni estabilidad–, pero también es evidente que el Barcelona no jugó nada bien. Un partido para olvidar y, al mismo tiempo, para aprender porque el conjunto de Valverde terminó como un equipo pequeño defendiendo el botín que le había dado el atrevido Dembélé.

El partido no se jugaba con el balón. El partido, en realidad, se jugaba mirando más ese imprudente césped, plantado hace apenas cuatro días, que transformó el Nuevo José Zorrilla (de nuevo tiene poco porque fue inaugurado en el Mundial de 1982) en un territorio lleno de trampas. Cada pase era una invitación a que apareciera algún conejo, camuflado en las madrigueras que nacían de la pradera pucelana. Un pase, un gesto técnico de un futbolista y un peligroso agujero que convertía el fútbol en un asunto casi imposible de descifrar.

Para empezar, Valverde salió con su once de gala, alineando a su tridente de delanteros (Messi por la derecha, Suárez por el centro y Dembélé explorando la banda izquierda), escoltado por Rakitic, que volvía a su posición de interior derecho equilibrista como si fuera el primer año de Luis Enrique, Busquets, el faro, y Coutinho, un interior de ida y vuelta. Tardó más de 20 minutos el campeón en tomarle las medidas al campo. O eso creía.

El Barça controla el partido, no el césped

De hecho fue el Valladolid quien asustó primero con ese envenenado disparo de Ünai desde fuera del área repelido con autoridad por las manos de Ter Stegen. El Barça dominaba el partido, pero no al césped. Tenía el control, pero era irreal porque en dos saques de esquina a favor acabó con tan mal balance defensivo que el conjunto blanquivioleta se asomó con peligro al área azulgrana. Pero siempre aparecían las veloces y valiosas correcciones de Jordi Alba. Un tipo que corre igual de rápido para conectar con Messi en ataque como para recoger la basura cuando el centro del campo del Barça parecía transparente.

Más que mirar al balón estaban pendientes los integrantes del once de gala de Valverde (los cuatro nuevos fichajes llevaban el chándal de suplente) de mirar la hierba que se desgajaba al más mínimo pisotón. Dembélé, en cambio, estaba activo, eléctrico y, sobre todo, inteligente, percutiendo, una y otra vez, por la banda izquierda.

Pocas noticias de Messi. Menos aún de Suárez. ¿Y Coutinho? Indescifrable como interior. No tiene peso en el juego colectivo (conduce demasiado el balón), pero es dañiño cuando ajusta su disparo desde fuera del área. En dos minutos, dos ocasiones (Suárez y Coutinho) y dos grandes paradas de Masip para sostener a un Valladolid al que se le hacía ya demasiado grande el campo de lo arrinconado que le tenía el Barcelona.

Dembélé, obediente y goleador

Ese 4-3-3, nueva seña de identidad de Valverde en su segundo curso, no transmitía fiabilidad porque la velocidad de la pelota era tan lenta que favorecía aún más el orden defensivo del Valladolid de Sergio, quien acusó el cansancio en la segunda mitad. Fue entonces cuando Valverde llamó a Messi y le dio una orden. No, no era para él. Leo ejerció simplemente de mensajero. “Tú, ven a la banda derecha”. Y Dembélé, tipo obediente, se vino a la banda. Acató la orden del técnico, aceptó la sugerencia de Messi. Apenas 20 segundos más tarde festejaba el 0-1 azulgrana después de una providencial aparición de Sergi Roberto, disfrazado de extremo derecho, en la casa de Masip.

El Valladolid no se enteró del mensaje del ‘Txingurri’. Cuando se dio cuenta, ya perdía. Aún así, y después de que Valverde exhibiera su vena más conservadora (quitó a Dembélé cuando quien hacía más méritos para la sustitución era Suárez y puso a Arturo Vidal), se conectó al partido. Tuvo más peligro que nunca como esa ocasión desperdiciada por Keko Gontán en las mismas narices de Ter Stegen.

Terminó fundido el Barça, con unos incomprensibles cambios de Valverde, sin energía en sus piernas, perdiendo tiempo para olvidar un desastroso partido.

Valladolid, 0 - Barcelona, 1

<strong>Valladolid:</strong> Masip (8), Moyano (7), Kiko Olivas (6), Calero (6), Nacho (5), Borja (7), Anuar (7), Alcaraz (6), Toni Villa (6), Ünai (6) y Óscar Plano (6).

Así lo ha contado en directo Xavi Chica.