Tres apellidos vascos

Euskadi ha dejado de ser el vivero de guardametas de la Liga y del Barça, que durante 20 años vivió con Artola, Urruti y Zubizarreta

Artola y Cruyff se saludan después de un partido del Barça en el Camp Nou, en 1976.

Artola y Cruyff se saludan después de un partido del Barça en el Camp Nou, en 1976.

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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El mito del portero vasco «ha desaparecido». El vivero de Euskadi desde el que se suministraban guardametas para todos los equipos de la Liga se ha quedado seco. O ha caído en desuso. «Solo hay que mirar las nóminas de las porterías», dice Artola con dolor, al recordar que hace años, décadas ya, había porcentajes altísimos de representación euskaldún. Le basta con echar vistazo a sus dos clubs.

El Barça disfrutó durante más de 20 años de porteros vascos: Artola estuvo en el Camp Nou entre 1975 y 1984, Javier Urruti (San Sebastián, Guipúzcoa) permaneció entre 1981 y 1987, Andoni Zubizarreta (Gasteiz, Álava) defendió los palos entre 1986 y 1994 y Julen Lopetegui (Azteasu, Guipúzcoa) cerró la era con dos temporadas (1994-96), sin llegar a ser titular. La tradición de la Real Sociedad fue más duradera. En realidad, no se truncó hasta la irrupción del sueco Mattias Asper (2001-03), a quien sucedió el holandés Sander Westerveld (2002-2005). Dos años después, aterrizó en Anoeta el chileno Claudio Bravo, sustituido este año por el argentino Gerónimo Rulli.

Hasta el Las Palmas

Son varias las razones, ninguna concluyente, que explican la paulatina pérdida de los porteros vascos. En la temporada 1970-71 jugaban Iríbar (Athletic), Araquistain (Elche), Izcoa (Zaragoza), Zubiarrain (Atletico) y tres equipos tenían dos: Real Sociedad (Esnaola y Artola) y, curiosamente, Málaga (Deusto y Goicoechea) y Las Palmas: Oregui era de Vergara, y Ulacia, de Motrico.

Diez años más tarde (1980-81), la lista era mucho más amplia: en Atotxa había aparecido Arkonada y Urruti emigró al Espanyol. Enfrente tenían a Basauri y Marro (Osasuna), Aguinaga (Atlético), Irazusta y Zubeldia (Zaragoza), Cendoya (Almería) y la portería del Athletic estaba en manos de Cedrún -hijo de Carmelo-, Aguirreoa y Meléndez. Los noventa habían alumbrado a Zubizarreta, Biurrun (Espanyol), González y Vergara (Real Sociedad), Iru (Athletic), Roberto (Osasuna), Elduayen (Burgos), Ochotorena (Valencia) y Zubeldia (Oviedo) más los navarros Unzué (Sevilla) y Unanua (Osasuna). Durante todos esos años se contaron por decenas las apariciones más o menos afortunadas, más o menos duraderas, de otros porteros: Alberto, Gorospe, Zaldua, Echevarria, Yubero, Aizpuru...

El ocaso se acentuó con el cambio de siglo (200-01): Lafuente (Athletic), Alberto (Real Sociedad), Lopetegui (Rayo) y los pamplonicas Unanua (Villarreal) y Sanzol (Osasuna). El Athletic sigue fiel a su política de no contratar extranjeros y sus tres porteros son vascos: Gorka Iraizoz. Herrerín y Arrizabalaga. También lo son dos del Eibar (Irazusta e Irureta) y uno de la Real: Eñaut Zubikarai. Completan la representación Mikel Saizar (Córdoba), Oier Olazabal (Granada) y Aitor Fernández (Villarreal), suplentes todos.

Y en la selección

Hasta la aparición de Iker Casillas, más de la mitad de los metas de la selección española habían sido vascos. Sin embargo, los dos porteros con más trofeos Zamora en su palmarés son catalanes: Antoni Ramallets y Vïctor Valdés, con cinco cada un. «Los catalanes también tenían mucha fama», recordaba Artola.

«Ha influido que se juega menos en la playa, que se juega menos a pelota en los frontones; ha influido que hubo una época en que era más fácil mantener un campo de fútbol de gravilla que de hierba y cuando caías al suelo te dejabas media pierna», sostiene Artola .

«Los ídolos, en el País vasco, eran los porteros y los chavales, de alguna manera, se reflejaban en ellos, eran sus referentes», explica, citando a Esnaola. O a Iríbar, aunque fuera el meta del Athletic. Esa tendencia ya no existe. La camiseta más cotizada ya no es la negra del Txopo ni la verde de Arkonada.