INNOVACIÓN EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

¿Necesita la universidad otra vuelta de tuerca?

La universidad ha dejado de tener el monopolio del conocimiento y los canales por los que acceder a él son prácticamente ilimitados. Por ello, debe ser repensada desde todos los ámbitos para que mantenga su rol protagonista en la sociedad y lograr una mejor adaptación a los nuevos tiempos.

La universidad ha dejado de tener el monopolio del conocimiento y los canales por los que acceder a él son prácticamente ilimitados. Por ello, debe ser repensada desde todos los ámbitos para que mantenga su rol protagonista en la sociedad

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Fran Leal

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Mucho se viene hablando sobre los cambios que estamos viviendo en el mercado laboral, que nos obligan a adquirir habilidades y competencias nuevas cada día, superando incluso en importancia a los conocimientos. Y esto nos lleva a poner el foco en el ámbito educativo y, más concretamente, en la universidad. ¿Está la educación superior adaptada al presente y a los tiempos que vendrán?

En este contexto, desde Fundación Cotec para la innovación han llevado a cabo un trabajo que ha cristalizado en un Decálogo para cambiar la universidad, una iniciativa “viva y abierta, que pretende abrir debates y diálogos en las universidades con toda la comunidad universitaria y los agentes externos”, afirma Ainara Zubillaga, directora de Educación de Cotec. Estas diez propuestas, junto a una página web y el documental Reiniciando la universidad, componen la campaña que han lanzado con el nombre de #ReiniciarLaUni.

En la presentación de este decálogo, Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología y coordinador del Doctorado de Educación de la Universidad Complutense, ha resaltado una opinión ampliamente compartida: “Hay un problema general: la insatisfacción creciente con la universidad por parte de su público y las empresas”, relacionada con el ritmo de la institución y su falta de adaptación a los cambios. Y esto, lógicamente, pone de relieve la necesidad de reconfigurar el modelo.

La innovación, más allá del círculo universitario

De hecho, no es de extrañar que, en este contexto de desencanto, comiencen a proliferar perfiles innovadores desde fuera de la universidad. De esto se percataron en Cotec y llevaron a cabo una búsqueda de lo que llamaron JEDI (Jóvenes Emprendedores Digitales Innovadores), chicas y chicos que “hubieran emprendido negocios de naturaleza digital e innovadora, no necesariamente al margen del sistema educativo, pero sí fuera de los ritmos del sistema educativo (estudiar y después trabajar); sin haber ido a la universidad, habiéndola abandonado o simultaneando sus estudios con sus proyectos”, detalla Zubillaga. A través de esta búsqueda, indagaron “sobre su perfil, sus motivaciones, su opinión sobre el emprendimiento y, sobre todo, qué es lo que el sistema educativo formal no le había dado y le había ‘empujado’ fuera del sistema educativo”, afirma Zubillaga. Así, el estudio de estos nuevos perfiles (inquietos, perseverantes, resilientes y carentes de miedo) permitió extraer una serie de conclusiones que, junto a muchos otros imputs, han lanzado a Cotec a elaborar el decálogo.

10 recomendaciones para mejorar la universidad

Cada uno de los puntos propuestos ya se están fomentando desde diversos proyectos dentro del ámbito universitario, de ahí que Jorge Barrero, director general de Cotec, insista en que “no son propuestas novedosas”, porque ya se llevan planteando un tiempo, “sino minoritarias”. Ahora bien, lo que sí ha querido destacar Barrero es el giro que supone esta iniciativa, que ha sido “pensada desde el futuro hacia el presente, de abajo a arriba y de dentro a fuera”, lo que supone una inversión total con respecto a otras propuestas. Las diez recomendaciones que lanzan desde Cotec son las siguientes:

  • 1. Flexibilidad normativa, que permita a la universidad responder a este entorno cambiante. Para ello, es preciso que desde la Administración y la universidad se persiga una mayor autonomía y desarrollo, haciendo hincapié en la importancia de que la incorporación de las nuevas titulaciones y estructuras ganen en agilidad.
  • 2. Nuevos formatos educativos, que apuesten por lo abierto, breve y actual para poder responder a las demandas sociales y laborales.
  • 3. Educación no formal y autoaprendizaje. En este punto, consideran capital la integración de todos los contexto formativos (formal, no formal e informal) y la capacidad que existe hoy día de ser autodidactas. Además, hay que tener en cuenta a la Formación Profesional y entablar relaciones por su importancia creciente.
  • 4. Diseño de experiencias de aprendizaje, más allá del modelo clásico, que combinen conocimiento con aplicación práctica, tecnología y el establecimiento de relaciones entre iguales y con otras instituciones.
  • 5. Otros perfiles docentes, más flexibles, que estén más próximos al mundo profesional y puedan adoptar un papel de mentor. Todo ello, acompañado de mayores competencias tecnológicas que faciliten un entorno digital de aprendizaje.
  • 6. Comunidades de aprendizaje, que fomenten el trabajo colaborativo, el aprendizaje por proyectos y la resolución de retos. En esto, los docentes pueden también tener un papel muy relevante, compartiendo su conocimiento investigador e incluso compartiendo proyectos entre ellos.
  • 7. Nuevos perfiles de alumnos, con el foco puesto desde la universidad en dar respuesta a las nuevas necesidades de formación continua de quienes se incorporan.
  • 8. Conexión con la sociedad, estableciendo lazos desde la universidad con todo el entorno (social, empresarial, ciudadanía), porque no puede permanecer al margen ni funcionar en paralelo a estos.
  • 9. Cultura de innovación, no solo de palabra sino de obra. La universidad debe ser innovadora en sí misma, dispuesta a cambiar y adoptar nuevas estructuras, fuentes y modelos.
  • 10. Innovación abierta, con conexiones con las fuentes de conocimiento externas. Además, no se puede olvidar que el concepto de conocimiento ha cambiado, por lo que esos agentes se multiplican.

Aunque en la presentación de este decálogo, desde Cotec han insistido en que no pretenden que estas medidas sean tomadas como un manual o un libro de recetas, lo cierto es que el impulso de cada una de estas recomendaciones podría ayudar a conseguir una adaptación más acorde de la universidad con los tiempos que corren. En definitiva, como apuntó Zubillaga, “queda mucho por hacer, pero también hay muchas cosas que están hechas. Lo que hay que hacer es organizarlas para que el proceso de transformación necesario no sea tan lento”.