Visita al centro de justicia juvenil de Can Llupià

FERRAN NADEU

Sandra (nombre ficticio) lleva tres pulseras en una mano y una goma para el pelo en la otra. En el labio lleva un minúsculo 'percing'. Tiene tan solo 18 años y se expresa con gran madurez. Quizá porque no ha tenido una vida nada fácil. Nació en el extranjero, pero desde los cuatro años reside en España. En febrero del año pasado ingresó en el centro de justicia juvenil de Can Llupià. Este recinto está en la falda de Collserola. Se accede a él por un empinado camino. Está apartado de cualquier núcleo urbano. Las medidas de seguridad son parecidas a las de una cárcel, aunque por dentro no se parece en casi nada. Hay una cancha de deporte, un inmenso jardín y una caseta en la que sirven refrescos y cafés, además del edificio donde están las habitaciones y los talleres. Allí viven los jóvenes que han cometido algún delito.