¿Está bien obligar a los niños de seis años a que se les tomen sus huellas dactilares?

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KAREN METS. EXPERTA EN POLÍTICAS DE INFANCIA Y NIÑOS EN MOVIMIENTO DE SAVE THE CHILDREN

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Imagina que tienes seis años. En la escuela estás aprendiendo a escribir poco más que tu nombre. Quizás te obsesionan los dinosaurios o los unicornios. Trepas árboles con tus amigos y hermanos. Cuando llegas a casa, ves los dibujos animados mientras sueñas con dulces y juguetes. Quizás tengas miedo a los monstruos, o a que tu abuela muera.

Imagina después que estalla la guerra. La violencia aparece y algunos de tus amigos comienzan a irse. Otros son heridos o mueren. Tus padres deciden irse también. Necesitas crecer rápido. Estás asustado. Oyes los ruidos de la guerra y te asustan cada vez. Después de cruzar varias fronteras, te empujan en un bote. Es la primera vez que ves el mar, pero no es tan lindo como imaginabas. Hay mucha gente en ese bote y estás hacinado entre ellos. El bote comienza a hundirse, la gente grita, no sabes nadar. Estás aterrorizado. Finalmente, llega un barco de rescate. Te arrastran hasta la orilla.

Te ríes, y tus padres también se ríen. Llegaste a Europa. ¡Qué alivio! No más violencia.

No hoy. No en esta Europa.

Hoy, representantes de la Comisión Europea, el Parlamento y el Consejo discuten la propuesta de EURODAC, un sistema que recoge las huellas dactilares e imágenes faciales para registrar e identificar las personas que llegan a Europa. La propuesta reduciría la edad para tomar las huellas dactilares a los niños de los 14 a los seis años. También está en debate si los refugiados vulnerables y los menores migrantes deberían ser obligados a que les tomen sus huellas dactilares.

El registro de menores se presenta como una forma de protegerlos de la desaparición y terminar en manos de contrabandistas. Desde Save the Children acogemos bien cualquier paso que signifique ayudar a los niños, pero no podemos aceptar una propuesta donde se está considerando el uso de la coacción contra el niño, aplicando intimidación física o psicológica.

De momento, no está claro hasta donde llegarían las autoridades para que los menores diesen sus huellas dactilares u otros detalles, pero es innegable que autorizar la coacción deja espacio a que los maltratos de los niños se intensifiquen.

¿Estas propuestas significarían que los funcionarios podrían agarrar la muñeca de un niño que se niega y forzarlo a poner su dedo en la tinta? ¿O significaría que se podría intimidar a los menores para asegurarse que se quedan quietos mientras les toman las fotos?

Las escenas en los Balcanes, donde nuestros equipos han trabajado con menores que han sido forzados y en algunos casos rechazados violentamente, deberían advertir a todo el mundo que los niños son extremadamente vulnerables.

Imagina otra vez que eres ese niño. Llegas a un lugar completamente desconocido. Estás confundido, no entiendes lo que dice la gente. Tus padres, que generalmente tienen todas las respuestas, también están confundidos. Te llevan a un lugar rodeado de extraños, con alambre de púas y puntos de control. Después te llevan a una habitación. Comienzas a llorar.  No entiendes lo que te están haciendo o lo que sucederá después de que te tomen las huellas dactilares. Te preguntas si tienes la culpa.

No hay nada de malo en registrar a los menores, pero debe haber formas transparentes y menos dañinas de hacerlo: recibir a las personas de forma adecuada, generar confianza, interactuar con ellas y explicar el procedimiento en un idioma que conozcan. Que se les explique que no van a ir a prisión y que tienen derechos. Y para los menores no acompañados, es necesario que haya un tutor presente.

Establecer un entorno propicio es de gran ayuda para que las personas cooperen. Crear una infraestructura legal que trate a las personas inocentes como si fueran criminales afecta la forma en que los gobiernos se relacionan con ellos y esto afectará la forma en que todo el mundo los mira.

En algún momento a lo largo del camino de este debate migratorio, hemos perdido un sentido básico de la decencia humana. Ahora esto amenaza con derramarse en nuestras leyes. Hoy los legisladores en Bruselas discuten si se permite la coacción contra los niños. No debemos permitir que esto suceda. Esperemos que nuestros representantes tampoco lo hagan.