La selectividad intensifica los controles contra los copiones electrónicos
Han sido todos (o casi todos) advertidos en el instituto: los alumnos que concurran a la selectividad deberán ir este año con las orejas bien visibles. Nada de tapárselas con el cabello o con una gorra. Inspectores de la oficina que organiza los exámenes de acceso a la universidad van a estar vigilando, durante los tres días que duran las pruebas, para que ninguno de los estudiantes que se presentan a ellas vayan equipados con pinganillos u otros aparatos electrónicos con los que copiar en los exámenes.
Como ya ocurrió el año pasado, solo los presidentes de los tribunales de las PAU estarán avisados de la visita sorpresa de los vigilantes, que irán equipados con un dispositivo para captar ondas magnéticas. Se trata de pillar in fraganti a posibles estudiantes tentados de copiar o hacer trampas en los exámenes. Si una virtud tiene esta prueba, admiten profesores y alumnos, es que garantiza la igualdad de oportunidades entre los aspirantes a entrar en la universidad. Y eso hay que preservarlo, dicen.
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