Rechazo a que la temporada turística se recorte

F. COSCULLUELA / E. VISA / P. CASTÁN / BARCELONA

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En la Costa Brava no lo ven claro. La posibilidad de que la Semana Santa se celebre siempre en abril no convence a casi nadie, a pesar de que el sector es consciente de que una fecha fija mejoraría la organización de los establecimientos y les ayudaría a «estandarizar» el comienzo de la campaña. Martí Sabrià, gerente de la Unió d'Empresaris d'Hostaleria i Turisme de la Costa Brava Centre, que agrupa a más de 450 empresas del Baix Empordà, afirma que, si se establece un calendario fijo, este debería situarse en las últimas semanas de marzo y no en abril. «Nuestra temporada va de Semana Santa al puente del Pilar, y esas dos semanas de diferencia representan muchos días de trabajo para los empleados y los empresarios». Por eso, Sabrià prefiere que la celebración se deje tal y como está. «Así al menos seguirá cayendo en marzo algunos años», comenta.

Enric Dotres, presidente del Gremi d'Hotelers de Lloret de Mar, explica que celebrar la Semana Santa en abril de forma habitual podría ser positivo para los pequeños hoteles con pocos trabajadores, porque tienen más facilidad a la hora de abrir y cerrar el establecimiento. «A un hotel grande le cuesta mucho más ponerse en marcha, y cuando lo hace tiene que tener asegurada la continuidad hasta el verano. Abrir en abril no garantiza esa continuidad, sino que depende del año y del tipo de público con el que trabajes», afirma el empresario.

EL TURISMO DE NIEVE

Para el sector de la nieve, que mueve unos 210 millones de euros en Catalunya, una Semana Santa tardía no sería en absoluto beneficiosa. La gran mayoría de estaciones de esquí catalanas acostumbran a despedir la temporada el Lunes de Pascua y durante esos días la afluencia de esquiadores se dispara.

El responsable de márketing de Baqueira Beret, Josep Albós, observa que el turismo de sol y playa empieza, a mediados de abril, a hacer «mucha competencia» al de nieve. «Con el buen tiempo, la gente tiene ganas de darse el primer chapuzón», afirma. Albós añade que el problema «no es tanto de la nieve, sino de las costumbres de la gente: muchos tienen en la mente que después de Semana Santa ya no se va a esquiar», lamenta.

En la misma línea, Enric Serra, director de Vallter-2000, en el Ripollès, señala que a mediados de abril «la gente ya ha esquiado y lo que quiere es playa», aunque todo depende «como siempre» de las condiciones meteorológicas de ese año. «Lo ideal para nosotros es que la Semana Santa sea la primera semana de abril. Entonces, aún es pronto para la playa y la nieve todavía es buena para realizar las últimas bajadas», afirma. El director de la estación de Tavascán (Pallars Sobirà), Marc Tomás, opina que lo «único positivo para el sector es que la gente podrá organizarse mejor las vacaciones».

EL ALOJAMIENTO EN BARCELONA

La última Semana Santa dejó en Barcelona una ocupación de camas que rondó el 80% tanto en hoteles como en apartamentos turísticos. Un buen balance en un periodo vacacional donde el viajero español cobra protagonismo, mientras que las vacaciones de los extranjeros varían algunos días según los países. Pero en los dos frentes clave del alojamiento barcelonés se valora de forma distinta el giro al que apunta el Vaticano.

Para el Gremi d’Hotels de Barcelona, por encima de que la fecha se sitúe una semana u otra, destaca el hecho de que sea una oferta estable. «Todo lo que ayude a planificar mejor las vacaciones es bueno», mantienen los hoteleros. Con la celebración ordenada es mejor programar tanto las reservas de un año para otro como sus tarifas, contrataciones y servicios.

Por contra, desde la patronal de pisos de uso turístico Apartur defienden que contar con una fecha fija en abril supondrá retrasar en algunos casos el inicio de temporada alta. Y es que cuando la Semana Santa caía en marzo levantaba la facturación de un mes tradicionalmente flojo. Y marcaba el inicio de la época de más viajes vacacionales. Por contra, el mes de abril ya es de por sí más rentable y concurrido. El colectivo se cuestiona el efecto que tendrá en las cifras globales del año, pero intuye que será a la baja. 

En cualquier caso, el elemento meteorológico, imposible de planificar, acaba siendo determinante en las reservas de esos días.