SUCESOS

Un pueblo de Huesca reclama el relicario robado en el Baix Camp

Sijena pide que el resto de santa Waldesca regrese a la localidad

RAFAEL MORALES
TARRAGONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El monasterio de Sijena (Huesca), uno de los feudos más importantes de la Orden de Malta en la época medieval, puede ser el propietario natural del relicario de santa Waldesca, una pieza del siglo XII que forma parte del botín recuperado por los Mossos d’Esquadra tras un robo en Riudecols (Baix Camp) el pasado 14 de marzo. El Ayuntamiento de Villanueva de Sijena solicitará hoy en el juzgado de Reus que instruye el caso que la pieza de plata que contiene una costilla de la santa sea devuelta a su lugar de origen.

Alfonso Salillas, alcalde de Vi-

llanueva, no tiene claro cuándo de-sapareció el relicario, pero está convencido de que fue sustraído o vendido «de forma ilegal». Salillas explicó ayer que las personas mayores del pueblo reconocieron enseguida la pieza, que periódicamente, de forma rotatoria, tenían en su casa un día o dos. «Era el único relicario que salía del monasterio», afirma.

BOTÍN RECUPERADO / Llorenç Jaume, propietario de la casa señorial de Riudecols donde se produjo el robo, ha desmentido que el relicario proceda de Sijena. «Siempre lo he visto en casa», asegura. Jaume estimó en 300 millones de euros el valor de las piezas robadas y recuperadas al día siguiente por los Mossos tras una pelea entre los mismos ladrones.

Jorge Español, abogado del Ayuntamiento de Villanueva, informó ayer de que en la demanda que presentará hoy pedirá «que Llorenç Jaume demuestre cómo se convirtió en propietario del relicario». El letrado considera que podría haberse vulnerado la ley de patrimonio, «que prohíbe la venta o donación de bienes eclesiásticos a particulares».

«Si mi padre estuviera vivo, seguro que habría tenido algunas palabras con este señor», agrega Salillas, para explicar el sentimiento que hay entre la población. El alcalde, hijo de uno de los canteros del cenobio, dijo que en 1970 el obispo de Lleida se llevó obras de arte «para protegerlas de las reformas que se estaban realizando» y que en 1982 y 1993, con Pilar Sanjoaquín –«que era muy amiga de Llorenç Jaume», apunta– como priora del monasterio, se vendieron muchos objetos.