El mito Gay

El día que le conoces, lo que te impresiona más de Gay no es que haya estado al lado de las grandes estrellas del rock sino que hable de ellas como si las tuviera cada día en el sofá de su casa. De hecho, poco se falta. Los nombres de Keith Richards ("¡qué tío más normal!"), de los Rollings, de Patty Smith, los Cure o de AC / DC, por citar solo algunos de los que salen en 'Gay Mercader. Tour posters 1971-2017', no son hitos en una carrera de 46 años montando conciertos sino amigos (la mayoría) de quien cuenta anécdotas y con quien comparte experiencias que, en el escenario, han marcado la vida de varias generaciones. 

Él, abajo, al lado o detrás, les ha hecho venir, con una filosofía que anima también su vida. Ahora, todo es más milimetrado, más sofisticado, pero cuando Gay Mercader fue el primero de todos mandaba la improvisación ("el 'business plan' es una estupidez") y las ganas de lanzarse al vacío, porque enriquecerse o arruinarse no eran el argumento de la obra.

Música y nitroglicerina

De aquella aventura, que aún continúa, a ratos, queda la memoria colectiva, una historia de música y nitroglicerina. Ahora, Gay Mercader dice que lo que más le gusta "es aburrirme, no tener ningún propósito especial". Y cita a Montaigne: "domesticar la muerte". Es decir, "intentar aprender a morir". Y lo afirma con sinceridad y con socarronería, y con su voz nasal de siempre. Lo hace en la Librería 22 de Girona, tímido y atrevido. Singular. Un mito.