Dos miradas

Contradicciones

Es posible que a algunos independentistas les pese más la fidelidad a la causa y la voluntad de castigar la cerrazón del PP que el descontento por la vía elegida

Carme Forcadell, Oriol Junqueras, Josep Maria Jové y Lluís Salvadó, a las puertas de la Ciutat de la Justícia, en septiembre.

Carme Forcadell, Oriol Junqueras, Josep Maria Jové y Lluís Salvadó, a las puertas de la Ciutat de la Justícia, en septiembre. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Mientras una sencilla libreta Moleskine desnuda las contradicciones del procés, los partidos independentistas lanzan sus ofertas al mercado electoral. La CUP, coherente, defiende lo que siempre ha defendido. Una república socialista que sustituya el modelo socioeconómico capitalista por otras formas de gestión. Contra el artículo 155, llama a la «desobediencia civil masiva».

El votante que comulga con sus postulados es afortunado, tiene a quien votar. Pero ¿qué ocurre con quien anhela la independencia pero no está de acuerdo con los pasos dados? El ciudadano que no cree en el quebranto de la ley ni en una DUI que provocó la pérdida del autogobierno. La primera duda es si ese votante existe, ya que nadie le habla. ERC amaga con recuperar la vía unilateral si no hay diálogo. Y Puigdemont cada día es un verso más suelto y más imprevisible. Entonces, ¿quién representa al independentista que no quiere echarse a la calle ni ver tambalearse la economía ni vivir en una sociedad quebrada por un superávit emocional?

Parece que ERC y ese PDECat en constante evolución han vuelto a la competición del y yo más. Unos corredores destinados a estrellarse de nuevo si no cambian de rumbo pasadas las elecciones. Es posible que a algunos independentistas les pese más la fidelidad a la causa y la voluntad de castigar la cerrazón del PP que el descontento por la vía elegida. Una contradicción más de la complejidad en la que estamos sumidos.