Victoria de la ultraderecha

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Rosa Massagué

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El recuento de los votos dice que los conservadores del ÖVP han ganado las elecciones, pero quien de verdad las ha ganado ha sido el ultraderechista FPÖ. Es así porque la principal fuerza del centroderecha ha asumido el programa del partido creado por unos antiguos nazis después de la segunda guerra mundial: coto a la inmigración, una rebaja de impuestos a los austríacos y reducción de ayudas a los refugiados. Con razón en el FPÖ reina la sensación de que les han robado sus políticas. O, en palabras de un observador, el líder conservador Sebastian Kurz ha hecho de su partido una versión descafeinada de la formación ultra-radical.

Lo ocurrido ahora en Austria no es una novedad. Por el contrario, confirma cuanto está ocurriendo en tantos países europeos. Temerosos de perder apoyos ante el auge de los ultras, los partidos conservadores se escoran más a la derecha adoptando postulados de las fuerzas más populistas, radicales y xenófobas. Si esto es alarmante, lo es aún más pensar que estas fuerzas pueden radicalizarse más todavía.

"Lo que pasa en Austria no es novedad. Los partidos conservadores adoptan los postulados de la ultraderecha"

Esta es la tendencia, pero cada país tiene sus características propias. Austria está inmersa en un proceso de deconstrucción de un modelo basado en la democracia asociativa en lo político y la ‘Sozialpartnerschaft’, la concertación, en lo social. Este modelo ha dado lugar a un casi continuo gobierno de una alianza entre los conservadores del ÖVP y los socialdemócratas del SPÖ. Tanto es así, que desde 1945, ambos partidos han gobernado juntos 55 años formando una gran coalición la mayoría de las veces con dominio socialdemócrata, y una pequeña coalición en las pocas ocasiones que han necesitado sumar una tercera fuerza. Son diversos los factores que han puesto en duda la bondad de este sistema. La crisis económica es sin duda uno de ellos. Pero hay un elemento casi psicológico que es el cansancio de un constantemente repetido más de lo mismo.

Ahora volverá a haber coalición, pero la incógnita es entre quién. Si se trata de proximidad de programa, el aliado de un ÖVP ganador es el partido ultraradical y no sería la primera vez que se produzca tal matrimonio. La llegada del siglo XXI ya trajo a Austria el aterrizaje del FPÖ, entonces dirigido por Jörg Haider, en el Gobierno. El conservador Wolfgang Schüssel necesitó coaligarse con aquel político xenófobo venido de la provincia con el resultado de que el país fue severamente castigado por la Unión Europea.

Condenas, pero solo de palabra

Aquellos eran ciertamente otros tiempos. Hoy el populismo es objeto de condenas, pero solo de palabra. La UE no ha sido capaz de poner coto a los desvaríos autoritarios de gobiernos como los de Polonia y de Hungría empeñados en laminar todo vestigio de los principios democráticos en los que se fundamenta la Unión. Si a este panorama en Europa central sumando el resultado de ayer en Austria y lo que pueda pasar en la República Checa que acude a las urnas el próximo jueves, será verdad la idea de un atento observador como Wolfgang Munchau que ve al viejo imperio austrohúngaro protagonizando una insurrección contra la UE.