Salarios y beneficios
La globalización, primero, y la digitalización, ahora, han roto el equilibrio en la retribución del capital y del trabajo
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SAEZ
Karl Marx escribió un librito muy útil para entender el capitalismo. En Salario, precio y beneficio explicó a la perfección las bases de lo que después fue el gran pacto social europeo. La ecuación es muy sencilla: si los salarios no suben al ritmo de los precios se estancan los beneficios. Esta ley económica llevó en su momento a los propietarios a entender que la explotación de los trabajadores en las primeras décadas de la Revolución Industrial era insostenible para su propio desarrollo. Si una parte de la riqueza (beneficio) no se reparte a través del trabajo (salario) los precios van a la baja por la caída de la demanda. Vamos, que producir barato no sirve de nada si nadie puede comprar lo que se produce.
La globalización, primero, y la revolución digital, ahora, han alterado la ecuación entre estos tres vectores. La versión de la economía global de los años 90 del siglo pasado se limitó a desregular las transferencias de capital, trabajo y productos. El trasfondo era ese capitalismo popular 'thatcheriano': producir en países con bajos salarios y vender en países con altas rentas de capital fruto de los beneficios repartidos a través de los fondos de inversión o de pensiones. La realidad fue muy distinta: lo que se repartió fue el endeudamiento y el beneficio quedó en pocas manos. La digitalización supone un reto similar: ya hablamos de poner impuestos a los robots para pagar una renta mínima al conjunto de la población.
Lo que es seguro es que como dice el economista Marc Vidal, la revolución digital “supone un reordenamiento de todos los vínculos y contratos sociales”, también el de los equilibrios entre salario, precio y beneficio. Hemos visto estos días como el balance de la contabilidad nacional española desvela que en el 2016 crecieron los beneficios a ritmos anteriores a la crisis mientras que se congelaron los gastos salariales. Y me temo que no fue por la implantación masiva de robots sino por la reforma laboral vigente. Pero no todos son iguales, tenemos ejemplos como el grupo Bon Preu que en ese mismo año aumentó los beneficios un 9,2% y el empleo en un 10%. Las cosas le irán mejor.
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