La clave

La España de los Villatoro

Cuando algunos pretenden apelar hoy a los orígenes de muchos catalanes se olvidan de historias como la que relata 'L'home que se'n va'

ALBERT SÁEZ

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Vicenç Villatoro ha escrito un libro imprescindible: L'home que se'n va. Es la historia de su abuelo, un republicano ilustrado y moderado que sufrió primero los envites de los revolucionarios durante la guerra civil y que el ejército franquista detuvo, juzgó, condenó, depuró y represalió durante cinco años hasta expulsarlo de su pueblo, Castro del Río, de donde partió con destino a Terrassa.

Villatoro ha levantado un brillante relato a partir de sus recuerdos de infancia, de los testimonios de quienes conocieron a su abuelo pero, sobre todo, del expediente judicial que reconstruye la maquinaria de la represión franquista. Un legajo de providencias, diligencias y resoluciones que dieron -como en tantos otros casos- apariencia de procedimiento legal a una pura y simple operación de limpieza ideológica basada en la delación y en la venganza de los señoritos que vieron su vida y sus privilegios amenazados y pagaron con la misma moneda a los revolucionarios y a los demócratas republicanos.

¿Inmigrantes o exiliados?

El epicentro del relato de Villatoro es, con todo, la inmigración. ¿Por qué el patriarca decidió marcharse al recuperar la libertad? Las causas económicas disfrazaron un auténtico exilio político. «Cuando se abrió la veda, todo el mundo se fue. Primero, los ricos para Córdoba o para Madrid. Luego, los vencidos sobre todo para Catalunya», explica uno de los personajes. Quizá ahí empezó esa desafección a la España política que sobrevuela en la sociedad catalana.

Cuando algunos pretenden apelar hoy a los orígenes de muchos catalanes se olvidan de historias como esta. Hablar de limpiezas étnica a los nietos de los depurados o de legalidades a los que recuerdan las represalias familiares es simplemente una burla de quienes pretenden convertirlos en una simple fuerza de choque electoral. Posiblemente la mayoría de descendientes de aquellos deportados no son independentistas. Pero no saldrán en defensa de otra España que no sea la democrática, la federal. Las élites con ocho apellidos catalanes o que tomaron Catalunya como un cortijo deberían buscar otros candidatos y argumentos.