CRÍTICA DE CINE

'Abracadabra': costumbrismo paranormal

Quim Casas

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El tercer largometraje de Pablo Berger parece un regreso al ambiente y tonalidad de humor negro y castizo del primero, 'Torremolinos 73', después del paso por el cuento, tan bello como esperpéntico, que supuso su particular visión de 'Blancanieves', rodada sin diálogos y en blanco y negro, con enanos y tauromaquia.

Aquel homenaje al cine mudo y a una poética primitiva no tiene continuidad en 'Abracadabra', aunque el filme es fiel a la filosofía cinematográfica de su director, tan interesando en los intersticios genéricos como en la descripción de personajes decididamente singulares. ¿Qué es exactamente 'Abracadabra', título tomado de la famosa canción de Steve Miller Band que suena varias veces en el filme? ¿Una comedia? ¿Una fantasía? ¿Humor negro y absurdo? ¿Drama costumbrista?

Supongo que un poco de todo ello, solo que en este caso la mezcla no ha dado tan buenos resultados como en la primera película del director. Se repiten los ambientes de extracción humilde y la estética deliberadamente hortera, pero aquí con una ración de fenómenos paranormales de los que surge la trama principal del filme: en una sesión de hipnosis, el personaje encarnado por Antonio de la Torre queda atrapado en una realidad que no es la suya, poseído por el espíritu de un asesino.

Hay momentos algo ridículos, como los que atañen al vidente y al representante de la inmobiliaria, que parecen desgajados de la trama central. Por el contrario, el aspecto más costumbrista que Berger domina bien, con la complicidad de una excelente Maribel Verdú, llevan el filme a un territorio más reconocible y mejor explorado.