La fe en el futuro de Niccolò Ammaniti

El escritor italiano publica 'Anna', una fábula distópica sobre el paso de la niñez a la edad adulta

Niccolò Ammaniti, en el Instituto Italiano de Cultura.

Niccolò Ammaniti, en el Instituto Italiano de Cultura. / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Quizá la crítica reciba con opiniones dispares las novelas de Niccolò Ammaniti (Roma, 1966), pero lo cierto es que el público jamás lo ha abandonado desde que apareció 'No tengo miedo' (Premio Viareggio) y algo más tarde logró otro premio mayor, el Strega por 'Come Dio comanda', todavía no traducida en España. Lo que trae ahora al italiano a Barcelona es 'Anna' (Anagrama / Angle), una fábula apocalíptica con ecos de 'La nube púrpura' de Shields, 'Soy leyenda' de Matheson y, sobre todo, de' El señor de las moscas' de William Golding, porque como en aquella unos niños en el filo de la adolescencia luchan solos frente al mundo. Aquí en una Sicilia distópica donde un raro virus solo ataca a  los adultos. El problema para Anna, la adolescente protagonista, es que ella misma está a punto de traspasar esa línea roja, con los presumibles resultados.

El autor puede cambiar mucho en tono y en temas, aunque en buena parte de sus libros hay una mirada comprensiva pero sin complacencia al complejo tema del paso de la infancia a la edad adulta. ¿Por qué? “Prometo, dice el escritor en tono  divertido, no volver a reincidir y no escribir una novela más en torno a la adolescencia. Ya lo prometí en otras ocasiones pero luego me olvidé y aquí tienen una novela sobre ese asunto”. Le fascina -asegura- la transformación que se produce en esa etapa, no solo desde el punto mental sino sobre todo desde el punto de vista físico. Lo que ocurre  es una sorprendente metamorfosis, “como cuando el renacuajo se convierte en rana”. De su habilidad para relatar ese momento delicado dice mucho que el septuagenario Bernardo Bertolucci eligiera su novela 'Tu y yo' (también sobre el mismo tema) como base de su última película.

‘Anna’ se construye sobre una fantasía infantil del autor. “De niño yo quería que los mayores desaparecieran y así nadie pudiera obligarme a ir al colegio o impedirme comer chuches en el supermercado”. Más tarde, adolescente, se  veía a sí mismo, como el último chico vivo en el mundo, cogiendo un aeroplano para sobrevolar la casa  de la actriz de moda, Edwidge Fenech (la Susana Estrada de la comedia erótica italiana de los 70) con una pancarta: “Edwidge, búscame estoy vivo”.

LA ESPERANZA EN EL ADN

Para él, como escritor, ha sido muy estimulante imaginar un mundo donde no existen reglas. “Uun mundo donde no existen reglas. “n territorio deshabitado que es necesario reconstruir, algo parecido a un western”. Y aunque el resultado a algunos les pueda resultar desesperanzado, Ammaniti sostiene que este es su  libro con más carga de esperanza .  “En las épocas más oscuros la esperanza es el motor de cambio del hombre, está en nuestro adn. Mi protagonista, Anna, no está impulsada por la fe sino por las ganas de descubrir lo que hay al otro lado del mar.

Relativiza el autor esta sensación de crisis europea, de pérdida de confianza en un futuro difícil de imaginar, que ahora impera.  “Hay que contemplar la  historia de la humanidad en periodos muy largos, más allá de tu propia vida y la de tus hijos. Lo que viene después es solo una idea filosófica”. Siguiendo esta regla, su desazón es a corto plazo. Ammaniti, el Ammaniti tan preocupado por los adolescentes, no tiene hijos. “Así puedo estar más tranquilo”, dice con sorna.