EL ADIÓS DE UN SUPERVIVIENTE

España y Francia lloran la muerte de Semprún

Políticos e intelectuales de ambos países resaltan la figura del pensador

 Jorge Senmprún.

 Jorge Senmprún.

ELIANNE ROS / PARÍS
OLGA PEREDA / MADRID

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Las dos patrias de Jorge Semprún, España y Francia, lloraron ayer la muerte del escritor, protagonista del convulso siglo XX que falleció el martes por la noche en su casa de París a los 87 años. Si el fallecimiento de un intelectual suele acarrear numerosas reacciones, en el caso del prisionero 44.904 de Buchenwald -campo de concentración levantado por los nazis en 1937 y en el que murieron unos 56.000 prisioneros- las lamentaciones llegaron en avalancha. Políticos, intelectuales y escritores, tanto de España como de Francia, ensalzaron la figura de Federico Sánchez (su nombre de guerra durante el franquismo), que deja, eso sí, el legado de sus libros y sus guiones cinematográficos, esos que escribió para referentes del cine europeo, como Costa-Gavras y Alain Resnais.

Los presidentes de las dos patrias del autor de Viviré con su nombre, morirá con el mío, José Luis Rodríguez Zapatero y Nicolas Sarkozy, alabaron a Semprún (nacido en Madrid en 1923) con grandes palabras. El primero le calificó de «militante de las libertades, la cultura y el pensamiento». Además, subrayó que fue «un buen ministro de Cultura». Por su parte, Sarkozy destacó su condición de «francés de adopción», que escogió Francia «como patria a ejemplo de Casanova, Beckett o Cioran». El presidente francés le describió como una «figura tutelar de los escritores comprometidos del siglo XX» y destacó que había «contribuido de forma decisiva, a través de su talento multiforme como novelista, memorialista, poeta e incluso guionista de cine, a la comprensión de los resortes del totalitarismo».

La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, visitó la casa de Semprún, donde mantuvo un «emotivo encuentro» con su hija Dominique y su nieta Cecilia. «He visitado su casa, el lugar donde escribió, su despacho. Ha sido una manera de rendirle tributo y poder despedirle», aseguró la ministra, que representará al Gobierno español durante los actos de homenaje que se celebrarán en París el fin de semana.

EL FUNERAL / Su obra, escrita en buena parte en la lengua de Molière, y su trayectoria, compromiso con la Resistencia, son motivo de gran admiración en su país de adopción, donde vivió la mayor parte de su vida y donde será enterrado el domingo junto a su esposa en Garentreville, al sur de París. Antes, el mundo cultural y político le despedirá con un solemne acto de homenaje en el Liceo Enrique IV, donde el escritor finalizó los estudios de educación secundaria antes de ingresar en La Sorbona.

Si González-Sinde destacó que Semprún fue un magnífico ministro de Cultura, Felipe González, el político que lo reclutó para su Gobierno en 1988, aseguró que el nombramiento le supuso «la mayor alegría de su vida». El expresidente socialista reveló que el intelectual fue el único que pidió una audiencia con el Rey cuando abandonó su cargo, en 1991. La audiencia era llamativa, especialmente teniendo en cuenta que Semprún militó en el Partido Comunista (del que fue luego expulsado).

«Hace unos días estuve en París con él, hablando de Europa y del norte de África», destacó González. Otro amigo suyo que lo visitó recientemente en París fue el escritor y premio Nobel Mario Vargas Llosa, que destacó que la obra de Semprún sobrevivirá como «testimonio extraordinario del siglo XX».

Además de Felipe González, muchos políticos lamentaron la pérdida de Semprún. Entre otros, los expresidentes de la Generalitat Jordi Pujol, que elogió su comprensión hacia Catalunya, y Pasqual Maragall, que escribió en su web: «Es como si me hubieran dicho que ha muerto una parte de Europa».

En París, el ministro francés de Cultura, Fréderic Mitterrand, recordó que Semprún eligió la lengua francesa como «segunda patria», actitud que le mereció entrar en la Academia Goncourt. El alcalde de la ciudad, Bertrand Delanoë, y su primera teniente de alcalde, Anne Hidalgo, hija de republicanos exiliados, le calificaron de «auténtico humanista», mientras que el secretario del Partido Comunista Francés, Pierre Laurent, declaró que había muerto uno de los suyos.