Rock'n'roll terapéutico

CRONICA The Jim Jones Revue se despidieron de Barcelona en la sala Bikini

Jim Jones, durante el concierto del lunes por la noche en Bikini.

Jim Jones, durante el concierto del lunes por la noche en Bikini.

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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La revista Mojo calificó a The Jim Jones Revue como «la mejor banda de rock'n'roll del mundo», y una vez visto su show en directo, algo así no parece hipérbole. El lunes, en Bikini, en la que será -aunque nunca se sabe- su última actuación de la historia en Barcelona, la banda ofreció un espectáculo abrumador de rock'n'roll desatado y con un punto psicótico, clasicista pero nunca apolillado.

Las giras de despedida, se supone, guardan un punto, aunque sea pequeño, de tristeza. Pero de eso aquí no hubo nada. No tocaron su primera y última balada: Midnight oceans and the savage heart, cierre de su último disco, The savage heart (2012).

En lugar de rendirse mínimamente a la melancolía, el grupo demostró una vez más su energía insultante. El líder Jones (ex-Thee Hypnotics y Black Moses) dio rienda suelta a su gruñido carismático. Rupert Orton sacó un sonido crujiente y demoledor a su guitarra. La gran sección rítmica formada por Gavin Jay (bajo) y Nick Jones (batería) sirvió en todo momento una infecciosa médula espinal. Y Henri Herbert -reemplazo de Elliott Mortimer desde el 2011- aporreó su piano como si no hubiera mañana. De hecho, casi no lo hay para el grupo, que ofrecerá su último concierto el próximo 4 de octubre en Londres.

SIN NOSTALGIA QUE VALGA / Será una gran pérdida. Con muchos grupos de rock con la vista puesta en los 50, uno se pregunta a veces: ¿hacía falta? O: ¿en qué año vive este grupo? Con The Jim Jones Revue no da tiempo a hacerse esas preguntas. El asalto es feroz, infernal en un buen sentido, e impele menos a pensar en nada que a tirarse de los pelos y bailar como un loco. Pero este grupo piensa: sus letras no hablan de nostalgia por lo nunca vivido sino de asuntos peliaguados de aquí y ahora, como en esa reciente Where da money go? sobre la última crisis económica.

Su paso por Bikini sirvió para recordar también los mejores temas de The Jim Jones Revue (2008) y Burning your house down (2012); canciones todas que, en vivo, ganan en potencia eléctrica y poder terapéutico.