ENTREVISTA

Álvaro Cervantes: «Ser el hombre más poderoso del mundo conlleva sufrimiento»

El actor catalán da vida a Carlos I de España y V de Alemania en la serie de TVE 'Carlos, Rey Emperador', que el lunes, 23, ofrece un especial con doble capítulo

Álvaro Cervantes

Álvaro Cervantes / periodico

INÉS ÁLVAREZ / BARCELONA

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Cuando a Álvaro Cervantes (Barcelona, 1989) le propusieron hacer de Carlos I no lo dudó. Sabía de la importancia que el personaje, y la producción, tendría en una carrera, la suya, en la que aparecen series como 'Hermanos'; 'Luna, el misterio de Calenda', y 'El corazón del océano', y filmes como 'El juego del ahorcado' y 'Tres metros sobre el cielo'. Tras la inmersión hecha en el hijo de Juana la Loca, que le tuvo los seis meses del rodaje respirando por sus pulmones, podría hacer un examen sobre su figura y aprobarlo. Quizá con sobresaliente. 

–¿Contento con este papel? 

–Muy contento. Llevo más de un año contento [ríe], la verdad. 

–¿Cómo llegó Carlos a usted? 

–Me llamaron, y como conocía al director, Oriol Ferrer, y la idea que tenía de la serie, lo vi clarísimo y me lancé a prepararlo con muchas ganas, con mucha entrega. Porque lo merecía el personaje y porque teníamos que contar una gran historia. Son muchos capítulos, mucha vida, de los 17 a los 58 años... El trabajo del equipo ha sido alucinante. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"No se trataba de contar un rey pomposo,\u00a0","text":"\"No se trataba de contar un rey pomposo,\u00a0sino la persona que estaba detr\u00e1s\""}}–¿Impone hacer un personaje histórico de esta relevancia? 

–La verdad es que impone y lo he afrontado con mucho respeto, porque es un personaje histórico, real. Hay una parte del público que lo conocía y otro que lo iba a hacer por nosotros y, entonces, había la responsabilidad de contarlo de la mejor manera posible. Para aquellos que lo iban a descubrir y para los que esperaban descubrir al Carlos que ya habían estudiado. En ese sentido, ese respeto me ha hecho estar lo más volcado posible en el proyecto, conocerlo, estudiarlo… Y contar, gracias a unos guiones estupendos, una vida con muchas subidas y bajadas y con mucha presión, que es lo que más me ha gustado. No era solo contar un rey pomposo y grandilocuente, sino la persona que estaba detrás y cómo le afectaba ese poder. Porque ser el hombre más poderoso del mundo conlleva mucho sufrimiento. 

–¿Lo había estudiado en el cole? 

–Sí, pero ni por asomo como ahora. La inmersión que he hecho para este papel creo que no la he hecho nunca con otro personaje histórico en ningún curso escolar. Ha sido monotema. Pero, como son tantos años lo que se cuenta en la serie... Hay muchas relaciones, se tocan muchos momentos históricos, muchos países... Ha sido un estudio muy rico que no se acababa. Incluso, durante el rodaje íbamos descubriendo cosas con el director. Un capítulo te lleva a investigar por tu cuenta. Luego vas a rodar a un sitio y ahí te cuentan qué ocurrió. De Yuste volví revolucionado, ya que estar allí me hizo conocer mejor lo que podía sentir Carlos en ese momento. Porque una cosa son los libros y otra intentar acercarte lo máximo posible desde otros lugares. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"La inmersi\u00f3n en Carlos","text":"\"La inmersi\u00f3n en Carlos\u00a0no la he hecho con otro personaje hist\u00f3rico en ning\u00fan curso escolar\""}}–Usted ya había hecho series de época: 'Ermessenda' (TV-3) y 'El corazón del océano' (A-3 TV). Esta quizá se parece más a la primera. 

–Sí, sobre todo porque está vinculada con el poder y con la familia. 'Ermessenda' claramente hablaba de eso. Y tiene bastante conexión con Carlos... por dos casas: Juana La Loca era reina y compartía el reinado con Carlos y fue ella la que permitió que este fuera rey. Tuvo el aval de su madre. Y eso coincide con Ermessenda, que compartió el reinado con su nieto, Ramon Berenguer. Y, para más inri, los dos personajes, el de Ermessenda y el de Juana están interpretados por la misma actriz: mi amiga Laia Marull. Eso me lleva a pensar que este personaje estaba pensado para ella. Que es una Juana muy especial y muy humana. Como lo fue Irene Escolar en 'Isabel'. 

–Como en 'Hermanos', ha tenido que recrear varias edades. ¿También aquí ha debido adelgazar? 

–Sí. Y esta vez más, porque la evolución era mayor, ya que llego a los 58 años. Tenía que parecer un señor con un estado físico deplorable. Además había unos retratos que nos marcaban hasta dónde teníamos que llegar. Retratos de cuando era joven, con un pelito que recordaba al príncipe de Beukelaer, y, después, una cosa más curtida, un 'look' de emperador romano, que intentó emular realmente Carlos para mostrar más autoridad. Ha sido una evolución muy interesante. Con el equipo de peluquería y maquillaje hemos sido uña y carne. 

–Y el vestuario está muy cuidado. 

–Sí. Y era complejo de diseñar y de poner. Todos los días pasabas una hora y pico en el proceso de caracterización. Te ponían el traje y te convertían en el Carlos de esa edad. Era ir entrando en el personaje; una inmersión que a primera hora de la mañana resultaba interesante. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Al rey joven le pusimos","text":"\"Al rey joven le pusimos\u00a0un pelito de pr\u00edcnipe de Beukelaer. Al adulto, 'look' de emperador romano\""}}–Al menos, sus trajes no eran tan incómodos como los de ellas. 

–Yo no estuve incómodo en absoluto, aunque había los típicos problemas meteorológicos, porque no había vestuario de verano. No digo manga corta, pero al menos una ropa que transpirara más. Pero la moda no conocía de estaciones. Aunque una actriz nos confesó que debajo de esos trajes llevaba siete faldas más, y en ese momento te dejabas de quejar. Y todo suma. Porque, en verano, estar rodando con tantas capas me sumía en ese agobio del personaje. Y el sudor me hacía parecer más fatigado. 

–También se cuida mucho la iluminación, con esos claroscuros... 

–Sí, es un trabajo de muchas piezas y todas cuentan. Mucho. Para mí ha sido un lujo estar en medio de todo ese engranaje. Me ha llenado mucho, no solo como actor, también como persona. Ver ese trabajo y esa entrega... Los recursos que se tienen, y creo que hablo en el nombre de muchas producciones, se aprovechan al máximo y aparecen cosas que están por encima de las expectativas que uno pueda tener. 

–Se logra mucho con poco, ¿no? 

–Lo que pasa es que con más dinero se tendría más tiempo y el resultado, que ya es muy bueno, se podría multiplicar. Aunque puede competir en una liga de producciones europeas históricas. Yo estoy muy orgulloso del trabajo de todos. 

–La evolución del personaje se nota, por ejemplo, en su mirada

– Más allá de la caracterización, que es buscar el Carlos que está en los retratos, se tiene que ir vertebrando con esa esencia y esa maduración del personaje. Sí, cuando era joven lo que más trabajé era ese miedo a ser rechazado en una tierra hostil y a una inexperiencia en el gobierno. Está preparado en la teoría, pero nunca lo ha puesto en práctica. Poco a poco va sorteando obstáculos y haciéndose más fuerte. Pero, a veces, debe sacrificar sus propias emociones y a su familia y relaciones en pro del imperio. 

–Y eso le va endureciendo, claro. 

–Sí. Se va poniendo una coraza. La inocencia se pierde. Un buen amigo me dijo algo que se puede aplicar a Carlos: «Cuando la inocencia se va, ya no vuelve jamás». En su caso, se puede convertir en un ser que puede dar mucho miedo. Y para dar seguridad, a nivel físico hay un cambio: en la manera de caminar, de mirar, de hablar... Quiere mostrar poder. 

–Sin embargo, sorprende su trato de favor hacia Francisco I. 

–Ambos eran completamente opuestos y estuvieron durante años batallando el uno con el otro. Pero, de tan enemigos, llegaron a considerarse hermanos de vida. 

–¿Qué no le gusta de Carlos, pero consigue comprender? 

–De alguna manera comprendo que él no puede caer, porque también caerían quienes están bajo su manto, con lo que puede llegar a tener una actitud de tirano hacia su familia. Es algo difícil de comprender moralmente. Pero esa esfera de poder no es por alimentar su ego, sino que siente que es una misión casi divina. Y no cumplirla le ocasionará mucha frustración. Además, se juntarán ese ímpetu y esa fuerza con una fragilidad que le dará mucho miedo. Temerá la enfermedad mental de los Austrias; parecerse a su madre, Juana la Loca. 

–¿Por fin se ha rendido al amor? 

–La llegada de Isabel de Portugal a su vida, enamorarse –porque es una suerte para ambos hallar en ese enlace una gran historia de amor– dará luz a su vida. Serán sus mejores años. En Granada, estuvieron de luna de miel durante meses. Los consejeros se preguntaban qué le estaba pasando para descuidar su labor de rey. Y es que se levantaba a las once, porque por la noche gozaba de ese amor. El tipo, que debía de ser muy madrugador y activo, se relajó en Granada. Y se enamoró de la ciudad. Me gusta que haya tenido un momento en la serie en el que se haya centrado en lo que realmente importa en la vida, el amor, y haya logrado algo de paz interior. Por eso, cuando Isabel muere... 

–¿Usted dejaría un proyecto maravilloso por amor? 

–Creo que el amor puede con todo. 

–Tras las jornadas de rodaje, ¿lograba desprenderse de Carlos? 

–Es que no tenía mucho tiempo de tener vida social. Prácticamente todo el tiempo estaba con Carlos. Durante seis meses, trabajaba los días laborales y los fines de semana estudiaba. Eran 17 capítulos en poco tiempo y había muchas secuencias al día. Encantando de la vida, ¿eh?, pero no daba tiempo de más. Ha sido muy intenso y enriquecedor. 

–En la Corte de Castilla, se hablaba mucho catalán, ¿no? 

–¿Lo dice porque casi medio reparto de la serie es catalán? Lo que ha sido muy interesante es que el reparto era tan extenso, que moría un personaje y entraba otro. Con Marina Salas, también catalana, en la que he descubierto a una gran actriz, ha sido bonito, porque he tenido sensación de compañía. 

–Ahora que Catalunya se muestra tan republicana, ¿sus amigos bromean con que usted sea rey? 

–No, la verdad que no. Por la calle hay quien me dice: «¡Majestad!». O «¡Carlos I!» o «¡Carlos V!». Pero, como cambio tanto en los personajes, puedo vivir tranquilo. 

–¿Es consciente de que esta serie pasará a la historia de la tele? 

–No sé lo que pasará; nadie lo sabe. Pero sí que es cierto que en 17 capítulos cualquiera podrá tener una visión de la vida de Carlos. Viendo la serie con atención, estoy seguro de que uno puede aprobar un examen de Historia que haga referencia a su época. Porque cuenta el universo que rodeaba a Carlos durante 40 años. Y cuando una historia te la cuentan bien en la escuela o la universidad, es apasionante. 

–¿La ve de materia de estudio? 

–Siempre matizando, porque no deja de ser una serie, una ficción: no busca ser un tratado de Historia. Busca hacer de la historia un relato emocionante. Pero los hechos están ahí y, aunque es verdad que hay algunas licencias que se usan para dotar de más dramatismo a la historia, es un punto de partida. Aunque quien quiera realmente profundizar y conocer al detalle la historia, lo mejor que puede hacer es coger un libro y estudiarla. 

–Ya es más que una serie... 

–Sí, está en un momento trasmedia muy interesante: hay una novela; un libro histórico; una ficción sonora en la radio, que aumenta su universo, y un videjuego para que te pongas en la cabeza del Carlos más estratega y puedas sentir en tu piel qué es mantener a todo el mundo contento. Cuando hay interés por un personaje, es un buen momento para ofrecerle más contenido. Me gusta estar viviendo ese fenómeno trasmedia de Carlos... 

–Oiga, ¿es cierto que ha visto la carta astral del emperador? 

–Sí, porque en el momento de la investigación me parecía que cualquier vía era interesante. Y como sabía que había consultado a los astrólogos durante su reinado, busqué a uno para que me la interpretara. Lo que me dijo coincidía con los que había leído en los libros. Me estimuló, pero fue algo anecdótico. 

–¿También se hizo la suya? 

–Sí, pero yo dejo de lado la astrología, lo que me interesa es el presente. Ahora, por ejemplo, disfruto viendo la serie como telespectador. 

–¿No la había visto? 

–No, y me está gustando mucho.