En zodiac a la cima del Mont Blanc

{"zeta-news-image":{"imageSrc":"http://especiales.elperiodico.com/graficosEEPI/cas/logomalaspina653CAS.jpg","isExternal":true}}

 

EXPEDICIÓN MALASPINA / 9 de marzo del 2011

El 'Hespérides' en el Índico, visto desde una zodiac.

El 'Hespérides' en el Índico, visto desde una zodiac. / periodico

LUIS MAURI / Enviado especial a bordo del 'Hespérides'

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cada día que pasa, Perth es una presencia más tangible en elHespérides. Es la fuerza del deseo. Entiéndase bien: el deseo de llegar a puerto. El cual, es cierto, abriga muchos otros deseos. Perth incrementa día tras día su cuota de presencia en las conversaciones y las lecturas: qué ver, qué hacer, qué visitar, qué comer. Y también en las reuniones organizativas: qué día deberán dejar libres los camarotes los científicos que serán relevados en Perth, quién se encargará de guiar las visitas al barco en puerto, cuántos asistirán a las recepciones oficiales. También desde fuera de la nave llegan ecos de Perth. Un lector de este blog ha dirigido a los expedicionarios, por medio de EL PERIÓDICO, un puñado de amables sugerencias y una gentil invitación: "¡Buenas! Margaret River para practicar surf; Rottnest Island, para submarinismo y snorkel, y Fremantle para comer una paella a cambio de vuestras historias de ultramar. Ya diréis algo si tenéis tiempo y ganas de quedar con una microcomunidad hispanohablante de Perth. Vosotros habláis, nosotros cocinamos. Un abrazo. Oriol [adjunta su dirección de correo electrónico]". Descuide, Oriol, su hospitalaria oferta ya obra en manos de los expedicionarios. Muchas gracias por su interés y generosidad.

Hoy ha sido, sin duda, el más esplendoroso de los 27 días de navegación desde que elHespérideszarpó de Ciudad del Cabo. Cielo impoluto, sol radiante, vientos inanes, mar plana. Y una gran novedad: salida del buque a bordo de un bote neumático con motor fuera borda (una definición de seis palabras que se puede resumir en una, zodiac, una de esas marcas que, como cello o cacaolat, han vampirizado al producto).

Abandonar por un par de horas elHespéridesha tenido un cierto halo de irrealidad. Desde la zodiac (los dos botes neumáticos que carga el buque oceanográfico sí son zodiac), el barco, de proa majestuosa, se antoja un objeto inmóvil, como si estuviera clavado a la lámina de agua, como si el océano, el cielo y el propio buque fueran un decorado, un lienzo gigantesco desplegado frente al minúsculo bote neumático. Este engaño de los sentidos se debe, probablemente, a que agua zarandea a la zodiac infinitamente más que al buque.

Los afortunados han sido pocos. Pilotado por un cabo primero cartagenero y un marinero catalán, de Masquefa, el bote solo ha cargado con siete personas más: dos documentalistas sevillanos, un colaborador californiano de la revista científica británicaNature, el enviado especial de este periódico barcelonés y los tres investigadores (una madrileña, un colombiano y una austriaca) que han ganado la plaza en un sorteo entre sus colegas. Se trataba de que los informadores pudieran observar desde el exterior de la nave las maniobras de extracción de muestras del océano que se realizan diariamente.

La excursión en medio del Índico, sin nada más a la vista (salvedad hecha del Hespérides) que agua plana, cielo brillante, horizonte nítido en 360º, medusas (muchas carabelas portuguesas, extremadamente tóxicas, y algunas velellas) y un par de petreles planeando a ras de lámina en busca de calamares, peces o algo que echarse al pico, ha sido realmente fascinante. Irreal hasta el punto de sentirse uno empotrado en el infinito. E impresionante como pocas otras cosas: justo en esa posición, la sonda del buque marcaba una profundidad de 4.850 metros. Debajo de la zodiac había espacio para el Mont Blanc, el pico más elevado de los Alpes. Y aún sobraban 40 metros.