Xavier Puig: "Lo que queremos es generar simpatía hacia el murciélago"

-¿El primer viaje? El primer viaje fue a Indonesia, a la isla de Sulawesi, en español Célebes. Fuimos allí porque es un lugar donde el consumo de murciélago es sostenido y legal.

-¿Consumo?

-La gente come murciélago. Es un manjar, el tipo de plato que se come en domingo.

-¿Lo probó?

-Lo probamos por educación, porque estábamos grabando mientras lo hacían. Pero para nuestro paladar occidental es muy fuerte.

-¿Cómo lo cocinan?

-Tienen varias recetas, la mayor parte son guisos. El que yo probé era con chile picante, una bomba. Comen tanto murciélago que han arrasado con las colonias de la isla.

-¿Adónde más fueron?

-Después fuimos a Bali, donde en lugar de comérselos los adoran; religiosamente, quiero decir. Hay un templo budista llamado Goa Lawah construido en una cueva donde hay miles, pero miles de murciélagos. Y los veneran. Tienen figuritas de oro y todo.

-Porque el tema del documental es ese, ¿no? La relación entre hombre y murciélago.

-Esa es la idea, sí, y el objetivo es ayudar a que se comprenda mejor a este animal, a combatir prejuicios. Generar un mínimo de simpatía en torno a este incomprendido.

-Un incomprendido. Eso es casi un estatus poético.

-Lo es, lo es. Hay muchos estigmas, algunos de origen religioso, los demonios y sus alas de murciélago... Y el tema de la sangre. Pero el murciélago es más que eso. En muchos sitios sirve de control de plagas, y ahora estamos descubriendo que algunas especies son sensibles al cambio climático, o sea, bioindicadoras. Pero yo me quedo con la reflexión de la directora del hospital de murciélagos de Tolga.

-¿Un hospital de murciélagos?

-Le voy a contar lo que me dijo esta señora. Hablando de la magnitud. Porque si algo sorprende del mundo de los murciélagos es la magnitud: colonias de 10 millones, de 20 millones de murciélagos. Bueno, pues la directora me dijo: «Tú prueba a quitar una pieza de esta magnitud del ecosistema; por fuerza, el daño tiene que ser enorme».

-Claro. ¿Hablamos del hospital?

-Está en Tolga, Australia. Allí, como en el resto del mundo, los murciélagos en general no son muy queridos. Pero tienen la otra cara de la moneda, las entidades conservacionistas que montaron un hospital.

-¿Qué otras cosas le han impresionado?

-Hablando de magnitud, me impresionó una cueva en Tejas donde hay una colonia de 20 millones de murciélagos. Bien, pues cuando salen a por comida puedes estar horas viendo salir murciélagos. Hablo de cuatro, cinco horas viendo salir murciélagos.

-¿Ya grabó todo lo que necesita?

-Aún no. En diciembre vamos a Zambia, luego a Vietnam…. Y luego a Catalunya.

-Ah. Porque aquí…

-Aquí, en el Empordà, hay una empresa que comercializa guano. ¿Sabe a quién le venden, sobre todo? A los grow shops. Parece ser que es un abono excelente. También haremos algo sobre cultivadores que introducen el murciélago para controlar plagas.

-Es un proyecto ambicioso, ¿no? ¿No han tenido problemas de financiación?

-Pues al principio éramos solo la asociación Galanthus, donde yo trabajo, de estudio y divulgación del medio ambiente, y el Museu de Ciències Naturals de Granollers, pero poco a poco se han ido uniendo empresas que nos ayudan con el proyecto.

-¿Quién más hace el documental?

-Somos tres. Además de mí, Carles Flaquer, del museo, y Jaume Sañé, que es director de documentales.