EFECTOS DE LA CRISIS ECONÓMICA

Vivir de prestado

De vuelta a Llefià 8 Gilbert, el pasado miércoles en Badalona, donde vive con su madre.

De vuelta a Llefià 8 Gilbert, el pasado miércoles en Badalona, donde vive con su madre.

TONI SUST / BADALONA

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Francesc Gilbert, de 48 años, empezó a trabajar joven, en los 80, y ha tenido muchos empleos. Su perfil responde a un canon que ya no existe: «Te ibas de un puesto para coger otro», recuerda de aquellos tiempos. Empezó haciendo copias de vídeo para una productora: «Tenían 50 vídeos. Ponías una película y a copiar». También fue vigilante de seguridad, conductor de toro mecánico, técnico de prevención de riesgos laborales, trabajador en distribución y rotativas de un diario, empleado de una ETT -en la que pasó de repartidor a jefe de administración- y chófer de coches de alquiler. Llegó a simultanear dos empleos. No tenía problemas de dinero. Pero en el 2008, en uno de sus cambios de trabajo, ya no encontró el siguiente.

Hace cuatro años, Gilbert, segundo de cuatro hermanos, se fue a ver su madre, que tiene 84 años, para decirle que no le quedaba nada, que si podía acogerle en su casa, en el barrio de Llefià, en Badalona, donde él vivió con su familia desde los 4 años, cuando se mudaron allí desde Barcelona. Había agotado ahorros, prestación de desempleo, ayudas. Ella dijo que sí. «Es duro pedirle dinero para el metro o el tabaco, pero al menos así tengo el problema de la vivienda aparcado», explica.

Este hombre forma parte de un colectivo de nuevo cuño entre los atendidos por Cáritas Diocesana de Barcelona, que en total han sido aproximadamente 24.000 en el 2014. De ellos, un 7%, más de 1.500 personas, viven acogidas de forma gratuita por familiares y amigos porque no tienen ninguna otra opción. Cáritas explica que ese 7% ha sido detectado por primera vez de forma numerosa este año, otro efecto de la crisis.

El caso de Gilbert no tiene secreto. Sencillamente, le falta un empleo, como a tanta gente: «Desde el 2008 he trabajado un día de vigilante. El verano pasado, 40 días en la Nissan. Y la semana pasada, de extra en una película, en el teatro Principal, en la Rambla. Hacía de regidor de teatro. De extra te pagan 42 euros netos al día. En TV-3, más», cuenta con la sonrisa de quien nunca pensó en hacer de extra.

A Gilbert no se le ve hundido. Mantiene un sentido del humor entre sobrio y socarrón, a pesar de todo. Solo se le oscurece el gesto, solo baja un segundo la mirada, cuando recuerda el periodo, corto, en el que durmió en la calle. No es necesario hablar más de ello para entender que fue su peor momento:  «Tienes que ir siempre con lo puesto. Solo con lo que necesites».

CURRÍCULOS A MEDIDA

Padre de un hijo de 15 años que vive con su ex, la principal prioridad de Francesc no es encontrar una vivienda. Es encontrar un trabajo con el que pueda asumir cada mes sin problemas los 300 euros de pensión que tiene que pasar a su hijo. Algo que, dice, seguramente no podrá hacer el mes que viene. Por eso se ve inmerso en lo que califica de «batalla» entre desempleados por una migaja del pastel. Fruto de la amarga experiencia de estos años, ha aprendido que no tiene sentido enviar un currículo repleto de experiencia. A veces es contraproducente. «Tengo varios currículos, uno de vigilante, otro de conductor de toro mecánico». Y del resto de los perfiles laborales que ha tenido. Y en función de la oferta, manda uno u otro. De momento, no ha tenido mucha suerte. «Ahora mismo mis ingresos son cero euros», afirma sobre el presente.

Gente que vive con familiares por falta de recursos económicos ha habido siempre. Pero Teresa Bermúdez, responsable del programa Sense Llar de Cáritas, explica que entre sus atendidos ese era un grupo «residual» que no crecía. Y este año el grupo ha crecido. «Estamos normalizando la precariedad. Estas situaciones deberían ser unipersonales», lamenta Bermúdez, que alerta contra hipotecas generacionales.

Gilbert vivió en habitaciones en Cubelles y L'Hospitalet. Se muestra escéptico sobre las soluciones en vivienda: no cree que ni siquiera un alquiler social de 150 euros mensuales resulte asequible para la gente que está atravesando por dificultades.

TENER TRABAJO, TENER NOVIA

«En poco tiempo vi que o me espabilaba o me hundiría más», cuenta Francesc Gilbert sobre sus peores momentos. Ahora, el reto que tiene por delante no cambia, el de encontrar un empleo: «Si no tengo trabajo no tendré pareja», reflexiona con guasa al concluir que no es cosa de llevar novias a casa de su madre. Gilbert es plenamente consciente de que los tiempos de oro no volverán y mucho menos en el campo laboral: «Lo que hemos perdido ya no lo recuperaremos. Y socialmente, hemos perdido mucho».