El calvario de un ciudadano español

El vecino de Montgat preso en Italia padece agresiones reiteradas

Unos reclusos caminan por el patio de la prisión de Poggioreale, donde está preso Óscar Sánchez.

Unos reclusos caminan por el patio de la prisión de Poggioreale, donde está preso Óscar Sánchez.

ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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Un infierno de maltrato físico y psicológico. Esa es la situación que está viviendo en la cárcel de Poggioreale, en Nápoles, Óscar Sánchez, el vecino de Montgat que lleva un año y dos meses preso en Italia después de que un narco usara supuestamente su identidad para traficar con droga. En sus cartas, Óscar ya explicaba que vivía una situación de maltrato, aunque, quizá por pudor o para no alarmar más a sus allegados, omitía los detalles. Sin embargo, al cónsul español en Roma, Eduardo Delaiglesia, se lo contó todo con pelos y señales. Su relato estremeció al diplomático. Tanto, que el jueves pasado la embajada en Roma envió a las autoridades penitenciarias italianas, así como a la jueza del caso, una carta de protesta por la situación en que se encuentra el ciudadano español.

Esta semana hace 14 meses que dura la pesadilla de Óscar, que fue detenido por la Guardia Civil en el autolavado en el que trabajaba acusado de narcotráfico. Sin embargo, pruebas encontradas por EL PERIÓDICO avalaban su inocencia, que pareció quedar confirmada cuando, a raíz de los artículos publicados por este diario, la Policía Nacional abrió una investigación y localizó al narco que presuntamente le suplantó.

En el encuentro con el cónsul, el lavacoches de Montgat le explicó que los seis presos napolitanos con los que comparte celda le maltratan constantemente, tomándole como un muñeco sobre el que vuelcan su rabia. Ni siquiera le dejan dormir, pues a cualquier hora de la noche le despiertan apagándole en la piel cigarrillos encendidos. Para demostrarle que no exageraba, Óscar enseñó al cónsul las marcas de esas quemaduras.

De día, esos mismos presos le golpean -también le mostró las señales dejadas por los golpes- e incluso le impiden entrar al lavabo a hacer sus necesidades, pues se plantan ante el retrete durante horas para cerrarle el paso. Los presos que maltratan a Óscar son miembros de la Camorra (la mafia napolitana) que hablan en el dialecto napolitano, de manera que el vecino de Montgat ni siquiera les entiende, pese a que en los 14 meses que lleva en prisión ha aprendido algo de italiano.

ENGAÑOS CON SU DINERO / A todo eso se suma el robo de su dinero y todo tipo de engaños. Así, si Sánchez quiere comprar algo en el economato de prisión, sus compañeros de celda le obligan a entregarles el dinero diciéndole que ellos le harán la compra. De ese modo se quedaron con los 200 euros que le envió desde Montgat la plataforma vecinal de apoyo. Los presos le hicieron creer que iban a emplear el dinero en comprar comida buena, ya que la de la cárcel no es variada ni suficientemente proteínica, pero volvieron sin comida y sin el dinero. De hecho, a un funcionario de la embajada el lavacoches ya le comentó que, cuando necesita jabón, debe comprárselo a los internos que le hacen la vida imposible, que se lo venden a precio de oro.

Fuentes diplomáticas españolas destacaron que Óscar «está peor, más delgado, desmejorado y muy deprimido», informaRossend Domènech.Ante la grave situación del preso, la embajada española en Roma envió una carta de protesta a las autoridades penitenciarias italianas. Fuentes diplomáticas señalaron que en la misiva el Gobierno español exige a las autoridades penitenciarias que actúen para evitar agresiones pues, mientras Sánchez esté preso, son ellas las garantes de su integridad física. Es por eso que se reclama o un traslado a la cárcel de Rebibia, en Roma, o, al menos, un cambio de celda. «Lo mínimo es que deje de estar con los individuos que le molestan», añadieron esas fuentes diplomáticas. Sin embargo, las autoridades italianas se niegan a trasladarlo a Roma, donde Sánchez hizo amistad con presos españoles que le protegían, pues sus procesos judiciales están incoados en Nápoles.

«ALGO DESAGRADABLE» / En una carta enviada a EL PERIÓDICO el pasado julio, Óscar ya explicaba que compartía la celda con nueve presos, sin salir durante 22 horas cada día, y comentaba: «Estoy siempre acojonado, casi casi hay agresión». Para él, la pesadilla comenzó nada más aterrizar en Italia. Según relató en una carta a este diario un preso que coincidió con él en prisión, a Sánchez le ocurrió al poco de llegar «algo desagradable» que hizo que el lavacoches pensara en acabar con su vida. No obstante, el remitente del mensaje no da más detalles de lo ocurrido.