La exploración del planeta rojo

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ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Después de casi un año moviéndose por las cercanías del lugar de aterrizaje, prácticamente caracoleando, la NASA ha decidido que el vehículo de exploración marcianaCuriosityponga rumbo hacia el sur y se dirija finalmente al destino principal de la misión, Aeolis Mons, una enigmática y gigantesca montaña en la que se espera encontrar nuevas y más contundentes pruebas de la existencia de agua en un pasado e incluso en la actualidad. Será un «viaje épico», como lo ha definido la agencia espacial estadounidense, ya que elCuriositydeberá recorrer entre dunas y pedruscos unos ocho kilómetros -frente al millar de metros acumulados hasta ahora- en un plazo de entre 9 y 12 meses.

La región de Glenelg empieza a quedar atrás. A partir de ahora, cuando el todoterreno de seis ruedas fije sus cámaras al frente, siempre emergerá en el horizonte el perfil inconfundible de Aeolis Mons. Ya no habrá más desvíos en busca de materiales interesantes. Así se previó al planificar la misión y, salvo imprevistos, así seguirá hasta el destino final. «Vamos a ir a donde la ciencia nos lleve», ha declarado John Grotzinger, director científico de la misión.

IMPACTO POPULAR / Los trabajos desarrollados hasta ahora por elCuriosityhan tenido un impacto popular relativamente discreto, algo sorprendente si se tiene en cuenta que el robot ha aportado pruebas aplastantes, no indicios, de que el planeta tuvo en un pasado grandes depósitos de agua -incluso agua potable- y en general unas condiciones ambientales aptas para el surgimiento de la vida.

ElCuriositytambién ha marcado un hito en la historia de la exploración marciana al perforar rocas con un taladro o fundirlas con un láser para luego poder analizarlas químicamente. «ElCuriosityfue concebido como laboratorio de análisis, no como vehículo explorador», responde siempre la NASA a quienes añoran una epopeya más veloz. El único problema de relevancia afectó el pasado marzo al ordenador de a bordo, pero pudo ser resuelto sin mayores contratiempos. También pasó un mes sin comunicarse con la Tierra debido a una conjunción planetaria, pero todo estaba previsto.

Aeolis Mons, que la NASA ha rebautizado como monte Sharp sin el consenso de la Unión Astronómica Internacional, se eleva en el centro del cráter Gale, que es a su vez una gran hondonada formada por el impacto de un asteroide. Más que una montaña, se trata de una formación sedimentaria -constituida por la acumulación de materiales- que con el paso del tiempo ha adquirido una increíble altura de 5.500 metros, casi como el Kilimanjaro. Resulta sorprendente, pero investigadores de la Universidad de Princeton han determinado que el origen más probable de Aeolis Mons fue la erosión eólica, es decir, que corrientes circulares de viento arrastraron los materiales hasta el centro y elevaron la montaña. Fue un proceso muy lento. Ahora, como en un yacimiento arqueológico, se espera que los diferentes estratos, visibles a simple vista, provean información sobre 2.000 millones de años de historia.

LAS ESMECTITAS / La NASA eligió el cráter Gale como lugar de aterrizaje con el convencimiento de que allí se habrían acumulado materiales muy diversos. Y así fue. La revelación más impactante se produjo el 12 de marzo. Ese día, la NASA comunicó los resultados del análisis efectuado con los instrumentos CheMin y SAM en una pequeña roca bautizada como John Klein. El director de la misión informó de que se habían hallado minerales arcillosos en una elevada proporción (más del 20%) y, más concretamente, esmectitas, un silicato para cuya formación es necesaria la presencia de agua líquida.

Sin embargo, que en Marte hubo agua ya se sabía de anteriores misiones. El cambio esencial radicaba en que el análisis indicaba una ausencia de sales y una presencia de sulfatos de calcio. Eso significaba que el agua en que se formaron fue posiblemente de pH neutro, no ácido. «En un pasado hubo un ambiente tan benigno que probablemente se pudo beber el agua», declaró eufórico Grotzinger.

El «pasado» aludido por el jefe de la misión se refiere como mínimo al periodo de formación de Marte, hasta hace unos 3.500 millones de años, pero aún se desconoce cuánto tiempo se mantuvieron esas condiciones óptimas para la vida. Por si fuera poco, las observaciones delCuriositytambién permitieron determinar que en Gale no solo hubo agua, sino que es muy probable que la llanura estuviera inundada o que tuviera arroyos capaces de redondear las piedras.