¡Tierra firme!

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EXPEDICIÓN MALASPINA / 13 de marzo del 2011

El barco, atracado en Perth.

El barco, atracado en Perth. / periodico

LUIS MAURI

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Los expedicionarios de Malaspina ya están en tierra firme. Treinta días después de zarpar de Ciudad del Cabo (Suráfrica), el Hespérides ha atracado esta mañana bajo un cielo luminoso en el puerto de Fremantle, en el área metropolitana de Perth, la capital del estado de Western Australia. Sol ardiente en verano, playas fabulosas para los surfistas, corales mágicos para los submarinistas, inviernos templados, un bello río, el Swan, en cuyo estuario hacen cabriolas los delfines, vida plácida, olor dulce de hierba recién segada en Marine Terrace, entre Essex Street y Collie Street... Y aislamiento: con 1,7 millones de habitantes, Perth es la ciudad de su medida más aislada del mundo. La urbe de más de un millón de residentes más cercana, Adelaida, se encuentra a más de 2.000 kilómetros de distancia.

Aunque el puerto de llegada no hubiera ofrecido tantos encantos como este, los expedicionarios habrían salido del buque con igual alborozo e impaciencia. Una alegría casi infantil. ¡Tierra firme, al fin! Han sido muchos días sin tocar puerto, muchas millas navegadas (5.000, es decir, más de 9.000 kilómetros), muchas muestras (más de 3.000) de agua, bacterias, virus, plancton, nutrientes y contaminantes extraídas y procesadas, muchas horas trabajadas y muy pocas comodidades y distracciones durante la etapa. Caminar de nuevo en tierra firme después de tanto tiempo embarcado produce una extraña sensación. Algunos sienten un leve mareo. Otros creen seguir siendo mecidos por las olas. Unos terceros sienten una torpeza indefinible en las piernas, una acusada sensación de desgarbamiento.

Pero no ha sido amarrar y salir. Ya en puerto, mientras el comandante de la nave, Juan Antonio Aguilar, recibía a bordo al embajador español en Australia, Carlos Sánchez de Boado y de la Válgoma, y al coordinador general de Malaspina, el investigador del CSIC Carlos Duarte, los científicos pasaban, también a bordo, el estricto control de inmigración australiano. Tres agentes de inmigración y aduanas han subido al Hespérides y han revisado a conciencia la documentación de todos y cada uno de los expedicionarios civiles. Uno comprobaba los datos de los pasaportes y contrastaba las fotos con los rostros. El segundo cuadraba los pasaportes con una lista que había subido a bordo. El tercero estampaba el sello. Ninguno de ellos, en cambio, ha prestado atención a los equipajes. Un veterano investigador certificaba que nunca había visto un control de inmigración en el Hespérides.

El buque oceanográfico de la Armada estará en Perth hasta la tarde del jueves, cuando zarpará hacia su próximo destino, Sídney, en la costa oriental de Australia. En ese tiempo, el barco se aprovisionará de víveres y de combustible. Sus depósitos de gasoil tienen capacidad para casi 500.000 litros, con los cuales se produce la energía eléctrica que consumen las turbinas de propulsión. A falta de una medición exacta, se calcula que entre Ciudad del Cabo y Perth se habrán consumido entre 230.000 y 280.000 litros.

En la nave queda la guardia militar preceptiva, que se releva cada 24 horas. Algunos científicos también deberán trabajar algún día guiando por los laboratorios a los ciudadanos que se acerquen a visitar la nave. El resto del personal tendrá los días libres para descansar y conocer Perth y sus alrededores. Muchos visitarán Rottnest Island, a una hora en ferri y conocida entre la colonia española como la Formentera australiana. Tanto los militares como los investigadores que no estén de servicio podrán elegir entre dormir en el barco o alquilar un alojamiento en la ciudad.