"Supimos lo que pasaba por la radio"

Los pasajeros atrapados en dos trenes narran las vicisitudes de una jornada marcada por la confusión y la falta de información

Aglomeración en Sants para coger un autobús del servicio alternativo.

Aglomeración en Sants para coger un autobús del servicio alternativo.

R. MORALES / F. COSCULLUELA / TARRAGONA / FIGUERES

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Reuniones suspendidas, vacaciones estropeadas, desplazamientos que debían cubrirse en poco más de media hora convertidos en una odisea que duró toda la mañana. Colas en las estaciones, desinformación, recursos insuficientes para facilitar transportes alternativos y, como siempre, la sufrida resignación de los usuarios ante un nuevo caos en la red ferroviaria catalana que, en esta ocasión, se cebó en la flamante línea del AVE en lugar del vetusto y poco fiable servicio convencional.

Miles de pasajeros quedaron atrapados en la gran ratonera en la que se convirtió la alta velocidad a su paso por Catalunya. Un atasco descomunal que padecieron los usuarios nativos y también los cientos de viajeros que llegaron procedentes del resto del Estado. Durante varias horas, hasta casi la una de la tarde, la estación Camp de Tarragona se convirtió en la puerta de entrada y salida del AVE catalán y de  Barcelona con el resto de España.

Situada en medio de la nada, entre Perafort y La Secuita, a media hora de la capital de la provincia, la estación registró ayer la mayor afluencia de pasajeros desde que se inauguró en diciembre del 2006. Los taxistas no dieron abasto y los trabajadores de la cafetería trabajaron a destajo, porque allí se concentraron todos los usuarios que viajaron desde Madrid y los que llegaban en autocar procedentes de Barcelona.

Las aglomeraciones se repitieron en todas las estaciones. En Figueres y Girona (en el norte) y especialmente la estación barcelonesa de Sants, que es el centro neurálgico de la alta velocidad en Catalunya. Otro calvario diferente fue el que padecieron los pasajeros de los dos trenes que se quedaron parados en medio de las vías cerca de Hostalric (Selva) y en las proximidades de Gelida (Alt Penedès).

Jordi Miñarro, que iba a una reunión de trabajo en Madrid, tomó el AVE que salía de Girona a las 6.46 horas. «Nos hemos detenido a la altura de Hostalric y Renfe solo ha informado de que, por causas técnicas, íbamos a estar parados cerca de una hora. Al final hemos estado allí unas tres horas y me he enterado del robo de cable gracias a que estaba enchufado a la radio», explicó.

Desorganización

Tras esa larga espera llegaron los Mossos y los bomberos para evacuar a los pasajeros. Pero no hizo falta porque el tren pudo avanzar lentamente hasta un bajador próximo. «Entonces nos dijeron que nos vendrían a buscar unos autobuses en media hora, pero al poco rato nos pidieron que subiéramos de nuevo al tren, porque podía llegar hasta Barcelona», relató Miñarro, que al final optó por regresar a Girona en taxi. «Durante el incidente, los pasajeros han mantenido la calma en todo momento. Es triste decirlo, pero los usuarios habituales de Renfe estamos resignados», lamentó.

En el Camp de Tarragona, después del caos que se vivió en plena hora punta, a las 10.45 horas llegó el primer tren procedente de Barcelona. Era el AVE que salió a las siete de la mañana de Sants y que se quedó parado en Gelida durante hora y media. Después el tren fue avanzando lentamente y, cuando cuatro horas más tarde llegó a Tarragona, muchos de los 300 pasajeros que viajaban a Madrid optaron por regresar a su punto de partida. «Ya no puedo hacer nada, el trabajo que tenía que hacer habrá que dejarlo para otro día», comentó una frustrada pasajera.

Como suele suceder, el colapso ferroviario se vio agravado por la desinformación, como denunció una pasajera que partió de Madrid a las siete de la mañana, llegó dos horas después al Camp de Tarragona y que a las 11.30 horas volvía a estar en el mismo lugar procedente de la estación convencional de Tarragona, a la que se trasladó el caos de la alta velocidad. «Hemos conseguido más información desde el exterior, por teléfono, que de Renfe», lamentó.

Y entre los disgustos de la jornada perdida destacaba la angustia de los hijos de Jordi, un vecino de Roses (Alt Empordà) que viajaba a Eurodisney (París) con la familia. «Nadie nos da una solución. Al final iremos por nuestra cuenta a Perpinyà (Francia) y desde allí seguiremos. Pero hemos de darnos prisa para no perder más trenes», relató en el que era el comienzo de unas esperadas vacaciones.

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