Gente corriente

Paquita  y Sandra: «Nosotras no somos cojas, somos... ¡cojonudas!»

Campeonas. Con amor, esfuerzo y contra el criterio médico, le han hecho una peineta a la muerte.

GEMMA TRAMULLAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Paquita Gómez es una vecina de Santa Coloma de Gramenet que hace cinco años cayó en coma profundo y hoy se ilusiona ante la perspectiva de volver a participar en silla de ruedas con su hija Sandra en un tramo de La Gran Follada de Igualada, una curiosa carrera donde los participantes corren atados en pareja y cuyo nombre viene del catalán foll (loco). Esta es la historia de una heroica recuperación y de un amor extraordinario.

-¿Cómo se encuentra Paquita?

 

-¿Yo? Bien. Bien jodida. [risas]

-Se nota que su madre nació en Cádiz. No ha perdido la ironía.

 

-No, su esencia está aquí aunque su cerebro está destrozado. En marzo del 2010 le salió un bulto en la cabeza, una infección que el 4 de mayo reventó y la mantuvo en coma profundo durante casi un año.

-¿Qué decían los médicos?

 

-Que el 96% de las personas como mi madre nunca salen adelante. Yo creo que desde un primer momento la desahuciaron.

-Ustedes nunca perdieron la esperanza.

-Yo tenía la intuición de que, a sus 65 años, aún no había llegado su hora y que valía la pena luchar. Con mis hermanas hacíamos turnos de ocho horas en la uci. Le cantábamos, le leíamos y estábamos siempre pendientes de ella. En una ocasión que se le paró el corazón, yo misma le hice un masaje cardiaco. Si mi madre no se fue es porque nosotros estábamos allí.

-Usted lo dejó todo y se volcó en ella.

-Dejé mi trabajo, me alejé de mi gente y paré mi vida, pero no lo veo como un sacrificio sino como una devolución de todo lo que ella ha bregado conmigo. Soy la pequeña de tres hermanas y tengo un hermano un poco más pequeño que yo. Quizá he cogido una función que no me tocaba, o sí; quizá he sido egoísta, pero no la podía perder. Ella lo es todo y yo aún la necesito.

-Ha batallado mucho con los médicos.

 

-Ellos siempre me han dicho que no asumo cómo está mi madre. Claro que lo asumo y no toleraría que sufriese, pero es que ella sigue luchando y se supera cada día. Hace tres años estaba casi en estado vegetativo y el médico que le dio el alta nos dijo: «Lo que veis es lo que hay».

 

-Pues si la viera ahora en el vídeo donde aparece feliz cruzando la línea de meta de La Gran Follada del 2014... [para verlo, activar el código QR al final del texto o bien ir a http://youtu.be/tpw0b_56pTE]

-No sé qué diría porque desde el 2012 ningún médico le ha vuelto a mirar la cabeza. En cinco años nos han dicho tantas veces que no... Que no volvería a abrir los ojos, que no volvería a hablar, que no volvería a comer. No, no y no, todo es que no. ¡Estoy harta de tantos nos!  Ahora nos han dicho que no a la rehabilitación en el Institut Guttmann. Pero no pienso aceptarlo; si hace falta, me encadenaré a la puerta.

-Una familia no puede con esto sola.

 

-Hemos conocido médicos muy humanos, pero la mayoría no nos ayuda. Yo la he estimulado desde el minuto cero: me la llevo de compras y jugamos a probarnos gorros y zapatos, vamos a comer y le hago hacer malabares con las mandarinas del postre, le leo, le canto, la chincho... «Es maravilloso lo que has conseguido», me dijo una vez un médico. «¡Pues imagínese si lo hace una persona que sabe!», le contesté.

-¿Hasta dónde cree que puede llegar?

 

-El objetivo es que tenga una mínima calidad de vida, que pueda tener autonomía de movimientos y salir con mi padre a pasear o a tomar un café. Mientras ella quiera, seguiremos luchando. Eres la mejor, ¿verdad mamá? Porque nosotras no somos cojas, somos... [responde Paquita] ¡cojonudas!