Gente corriente

Merche Mora: «En realidad, soy de secano»

Windsurfista, surfista y amante de los deportes náuticos, vive y disfruta a diario a pie de playa.

«En realidad, soy de secano»_MEDIA_2

«En realidad, soy de secano»_MEDIA_2

MÒNICA TUDELA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cualquier tarde, si uno se acerca a la Base Náutica Municipal de Barcelona, en la playa de la Mar Bella, es muy probable que se tope con esta mujer. Merche Mora tiene 40 años y es diseñadora multimedios. Reside en el Poblenou, cerca de la playa, y ha montado su vida para poder disfrutar de su gran pasión: el mar. Practica windsurf, paddle sup y surf.

-¿De dónde viene su pasión por el agua?

-En realidad, soy de secano porque soy de Huesca, pero desde muy pequeña íbamos con mi padre a un pantano cercano, el de la Sotonera. Teníamos una barca y todos los fines de semana los pasábamos en remojo, y en vacaciones veníamos a la costa. Siempre me ha encantado el mar y por eso me vine a vivir a Barcelona, donde ya llevo 20 años.

-La Base Náutica de la Mar Bella es para usted como el gimnasio.

-Paso allí muchas tardes, sí. No me gusta estar encerrada, prefiero el aire libre. Poder navegar en la misma playa donde vivo es un lujo absoluto.  ¡Quiero disfrutar del mar!

-Como todos los surferos, ¿también se lanza usted al mar en busca de la gran ola?

-Hay que ser realista con lo que se tiene en cada sitio. Barcelona no es lugar de grandes olas, a no ser que haya un temporal inmenso. Quien hace aquí surf ya lo hace con humildad y sabe que lo que va a encontrar es una ola más bien pequeña, pero eso no quita que te vayas a divertir. Al final, el mar es una manera de relajarte, conectarte y vivir una doble vida.

-¿Cuál cree que es el perfil de la persona que practica deportes acuáticos?

-Somos gente necesitada de libertad. Cuando estás en el agua tienes mucho horizonte visual. Nada que ver con la mayoría de trabajos, donde tu campo visual se reduce a una pantalla. El deporte acuático te abre un horizonte grande y estás en contacto con los elementos: la brisa, el mar, la lluvia.

-¿Cómo se ve Barcelona desde el agua?

-¡Fantástica! Sobre todo cuando salimos a hacer paddle a primera hora, que es la mejor. El mar está plano, es casi una balsa, y el sol está muy bajo y se forma un camino todo estrellado muy bonito. Una de las cosas que me pone más zen del mundo es irme lejos con la tabla, girarme y ver Barcelona tan, tan, tan pequeña. Me encanta.

-Es una visión privilegiada.

-¡Exacto! En agosto, cuando sales a hacer paddle y vas lejos y ves la playa abarrotada, te sientes muy afortunado, porque tú estás flotando en medio del mar, todo para ti, en silencio. Es un lujo. Hay veces que incluso asusta la vuelta, cuando te acercas a la playa y ves los millones de sombrillas.

-A veces se describe al surfero como una persona dispersa, algo colgada. 

-Quizá en islas donde la gente se dedique solo a eso habrá algo de cierto. Pero en la ciudad es diferente. Es verdad que no damos al trabajo la prioridad número uno. Tenemos claro que queremos tiempo para nosotros y para estar en el mar. Habrá grupos de surfistas jovencitos que quizá sí tengan una vida más dispersa, pero si pasan los años y siguen enganchados a la tabla ya es porque les gusta el deporte.

-¿Cree que la práctica de deportes acuáticos va en aumento en Barcelona?

-Sí. Después de la crisis vuelve a haber más practicantes y la ciudad atrae más turismo de deporte marítimo. También hay muchos deportistas que vienen al Poblenou y la Barceloneta a vivir. Hay mucho extranjero que va con la tabla de surf por la rambla del Poblenou. Antes eso no se veía jamás.

Año XXXVIII. Número 13.178. D.L.: B 36.860 - 1978