Marruecos retiene en el sur a 1.500 inmigrantes expulsados del Gurugú

Subsaharianos recogen los restos de sus pertenencias después de la redada de la policía marroquí en su campamento, cerca de Nador.

Subsaharianos recogen los restos de sus pertenencias después de la redada de la policía marroquí en su campamento, cerca de Nador.

BEATRIZ MESA
RABAT

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Unos 1.500 inmigrantes subsaharianos están retenidos en varios centros sociales al sur de Marruecos desde el pasado 11 de febrero, tras ser expulsados por las autoridades marroquíes del monte Gurugú, en Nador, enfrente de Melilla, cuya frontera aguardaban a saltar clandestinamente.

Una ofensiva imprevista por parte de las fuerzas policiales abortó sus esperanzas de alcanzar territorio de la Unión Europea. Las fuerzas auxiliares marroquíes lanzaron una de las redadas más contundentes de los últimos tiempos y desmantelaron los campamentos improvisados de los africanos. Quemaron sus tiendas de campaña y arramblaron con enseres y víveres. Todavía quedan restos de calzados y sangre en los lugares donde se produjo la embestida. El objetivo era desalojar la zona y alejar a los indocumentados de la frontera melillense, que suele recibir una gran presión migratoria por su proximidad a Argelia.

Las organizaciones humanitarias que operan en Marruecos no han denunciado tanto la expulsión como la desproporcionada violencia con la que los inmigrantes han sido arrestados y conducidos en autocares hasta localidades como la de Yousufía, El Jadida, Errachidía o Tiznit, en el oeste y el sur de Marruecos. Las autoridades marroquíes se han servido de orfelinatos, casas de acogida y lugares públicos educativos para instalar a los subsaharianos cogidos en la última redada. Dicen que después de la tormenta siempre sale el sol, y los indocumentados, aún atrapados por el miedo, no esperaban ser atendidos con ropa limpia, alimentos, asistencia médica, además de disponer de una cama individual y una ducha. Una situación parecida a la que viven cientos de inmigrantes en los centros de estancia temporal de extranjeros en las ciudades españolas de Ceuta y Melilla. «Pero, ¿hasta cuando durará esto?,  se preguntan los inmigrantes al otro lado del hilo telefónico.

Primera vez

Es la primera vez que Marruecos, en el expediente de la inmigración, se esmera cubriendo las necesidades de sus simpapeles. Aunque también depende del lugar donde el inmigrante haya sido alojado. Según la organización marroquí  Grupo Antirracista de Acompañamiento y Defensa de Extranjeros y Migrantes, que está recorriendo cada uno de los centros donde fueron ubicados, «existen centros sociales como el de Tiznit, que no tiene medios suficientes, y solo hay una ducha para más de 200 personas, por ejemplo». La oenegé sigue preguntándose qué va a pasar ahora. Hasta el momento, se conoce un dato que puede resultar clave para entender el misterioso advenir de los inmigrantes y es que algunos funcionarios de embajadas africanas se han desplazado hacia los lugares de retención para, en principio, identificar a sus nacionales, por lo que se pone sobre la mesa una primera hipótesis: la deportación a sus países de origen, con los que Marruecos tiene convenio.

Fuentes policiales españolas consultadas por EL PERIÓDICO interpretan que el Gobierno marroquí prepara una «salida digna», así como la «expatriación». Pero, ¿con qué medios? «La expatriación en avión es muy cara, aunque podrían llevarlos en autobuses por carretera hacia las fronteras con Mauritania o Senegal», comentan las mismas fuentes.

No sería la primera vez que Marruecos recurriera a la expulsión por la vía expeditiva. El pasado mes de septiembre, se expulsó del país a una veintena de inmigrantes subsaharianos en distintos vuelos que partieron desde Casablanca.

La huída

La redada de la semana pasada ha provocado una estampida en la población inmigrante. Tras el desmantelamiento del Gurugú, cientos de subsharianos huyeron hacia lugares donde consideran que es más  factible pasar desapercibidos. «En Casiago [Castillejos, cerca de Ceuta] hay muchos inmigrantes. No sabemos si entrarán también aquí», apuntó Musa, de Nigeria.

Los huídos de Gururgú temen nuevas redadas y una mayor represión contra todo aquel que ha quedado fuera del proceso de regularización masiva finalizado el pasado mes de enero y que ha permitido a más de 18.000 subsaharianos quedarse en Marruecos.