LA TRANSFORMACIÓN DE LAS TELECOMUNICACIONES

Las últimas cabinas

LA EVOLUCIÓN De la primera cabina en el Retiro de Madrid (1928) a la última, esta semana, en la plaza de Catalunya .

LA EVOLUCIÓN De la primera cabina en el Retiro de Madrid (1928) a la última, esta semana, en la plaza de Catalunya .

TERESA PÉREZ
BARCELONA

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Los teléfonos públicos tienen fecha de caducidad: diciembre del 2016. Este es el límite de permanencia de este servicio público instalado en calles, bares, restaurantes y locales. La angustiosa imagen del actor José Luis López Vázquez encerrado en una cabina quedará para la historia del cine y de la telefonía, como también la de una cola de personas esperando en la calle para poder llamar por teléfono. El uso generalizado del móvil ha eliminado hace ya mucho esta estampa. Casi 90 años habrán sobrevivido los teléfonos públicos en España desde que en 1928 se instalaron los primeros en Madrid.

Lo cierto es que mientras espera el día de su jubilación, este servicio languidece y se extingue por sí mismo sin que nadie pueda evitarlo. Las cifras cantan. En una década han desaparecido casi el 55% de los aparatos instalados. Según explica una portavoz de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, en el 2003 había en toda España un total de 88.297 teléfonos públicos, y en el 2013, último año del que se han publicado datos, ya que se difunden en junio, no llegaban a 40.000.

FORMATO OBSOLETO

En Catalunya, en solo un año se han eliminado medio millar de teléfonos públicos, aseguran fuentes de Telefónica. La principal operadora de cabinas, la empresa TTP de esta compañía, controla más del 98% del mercado y tiene instalados actualmente 3.263 aparatos de uso público en toda Catalunya.

El presidente del Gremio de Restauración de Barcelona, Pere Chías, reconoce que «este formato de teléfonos públicos está obsoleto, al menos en las grandes ciudades». La mayoría de los locales de restauración los han eliminado.

El servicio, liberalizado desde hace 11 años, solo lo ofrecen, además de Telefónica, dos compañías: R y Telecable, pero con una presencia testimonial. El negocio de los teléfonos públicos es ruinoso para las compañías «por la escasa rentabilidad y los numerosos costes de reparación por robos y vandalismo». En los últimos tres años, el descenso ha sido del 40%.

Si las cabinas han resistido hasta hoy ha sido por la obligación para garantizar este «servicio universal». Un real decreto del 2005, modificado en el 2011, obliga a Telefónica a garantizar una oferta suficiente de teléfonos públicos de pago al menos hasta el próximo año. La norma concreta además la cantidad: un teléfono por cada 3.000 habitantes en poblaciones medianas y grandes y al menos uno en los núcleos de menos de 1.000 vecinos.

LISTA DE PAÍSES

Los aparatos públicos tuvieron su época de esplendor cuando tener un teléfono en casa era un privilegio señorial. Los primeros aparatos «de pago previo», como se los llamaba entonces», se instalaron en 1928 en Viena Park, en el parque del Retiro, y en el bar Regio, ambos en Madrid. El primero, al estar al aire libre, estaba encerrado en una vitrina y el segundo tenía un letrero que indicaba los países a los que se podía llamar.

Reyes Esparcia, responsable de Patrimonio y Archivo Histórico de la Fundación Telefónica, recuerda que «los primeros se colocaron en hoteles, bares y restaurantes, y no fue hasta los años 60 cuando se instalaron en las calles. En la década de los 70 se generalizaron. Las cabinas pasaron a funcionar con monedas y se eliminaron las fichas».

Años más tarde, en 1994, las cabinas vivieron su segunda juventud «con la liberalización de la telefonía de uso público, que provocó un crecimiento exponencial de la demanda hasta el año 2000», afirman fuentes de Telefónica. Desde entones el descenso ha sido imparable.

La estocada final la recibieron con la generalización de los móviles. «La gente que antes utilizaba el teléfono público dejó de hacerlo», indica un portavoz de Telefónica. ¿Cómo competir con los más de 50 millones de móviles que existen en España? Más de uno por persona si se tiene en cuenta, según datos del Instituto Nacional de Estadística, que hay más de 46 millones de personas censadas.

EN PUEBLOS

Los locales públicos hace tiempo que se percataron de que la desaparición de los teléfonos públicos era irreversible, a pesar de que Telefónica asegura que ha realizado «un especial esfuerzo tecnológico» para actualizarlas. Pere Chías aclara que hace unos años «montar un bar y colocar el teléfono público era simultáneo. No se abría un bar si no lo instalaban. Ahora es impensable».

El presidente de los restauradores, no obstante, tiene claro que las cabinas son un servicio que se debe mantener «en los pueblos y en los barrios más humildes por respeto a la gente mayor y a las personas que no tienen fijo ni móvil».