LA GESTIÓN HIDROLÓGICA

Un informe de la Generalitat advierte de los impactos del plan del Ebro

Meandro de Flix, en el tramo final del Ebro, durante la crecida del pasado marzo.

Meandro de Flix, en el tramo final del Ebro, durante la crecida del pasado marzo.

SÍLVIA BERBÍS / TORTOSA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Plan Hidrológico del Ebro aprobado por el Consejo de Ministros en febrero del 2014, que es el documento que debe regir la gestión de la cuenca durante los próximos años, acarreará impactos «severos» en el tramo final del río que debería proteger, con una reducción drástica del caudal y una alteración de hábitats y especies. Estas son algunas de las advertencias que lanza la Direcció General de Medi Natural de la Conselleria d'Agricultura en un informe emitido el pasado día 16 que recopila los posibles efectos del plan.

El estudio considera que «no se garantiza un caudal ecológico mínimo que permita la conservación de los hábitats presentes en el tramo final del río y muy especialmente en el delta del Ebro». Además, la construcción prevista de hasta 50 nuevas presas y miles de hectáreas de regadío agravará la situación: «Se estima que la aportación del río en la desembocadura será una tercera parte de la media de los últimos 25 años», alerta Agricultura.

A PETICIÓN DE LA PLATAFORMA

El informe, elaborado a petición de la Plataforma en Defensa del Ebro, llega en plena revisión del plan de cuenca, cuya modificación, ahora en exposición pública, culminará a final de año, según el calendario previsto por la Confederación Hidrográfica del Ebro, y dejará una nueva planificación para la cuenca en vigor hasta el 2021. El gran caballo de batalla de los antitrasvase es lograr que el plan revisado modifique al alza el caudal ambiental fijado para el tramo final -algo no previsto en la nueva propuesta-, como garantía de supervivencia para el delta y también para evitar que, a partir del exceso de reservas de agua río arriba, puedan tramarse trasvases. El informe de Agricultura aborda esta cuestión. «Lo que no se explica es que los caudales mínimos establecidos en el Plan Hidrológico actual sean significativamente inferiores a los que resultan de la aplicación de la propia metodología que expone la memoria del plan, y por ello pedimos que se revise cómo se han calculado las cifras», explica Ramon Jordana, responsable del Área de Proyectos Trasversales de la dirección general y firmante del informe.

Efectivamente, lo primero que destaca el documento es esa discrepancia entre los caudales ambientales y los apuntados en la memoria como necesarios. «Apunta a la necesidad de un caudal ecológico de 159 m3/s, mientras que en el plan hidrológico actual se acaban fijando caudales que bajan hasta los 80 m3/s», señala. Los sitúa, por lo tanto, en unos 3.000 hm3 al año, una tercera parte de lo que suele llevar actualmente el río hasta la desembocadura. «Normalmente el río aporta en la actualidad entre 7.000 y 10.000 hectómetros cúbicos anuales. Solo en un año de excepcional sequía puede bajar de los 4.000, y el plan hidrológico aún sitúa el caudal ambiental por debajo de esa cifra, lo que pone en riesgo claramente los objetivos ambientales en el delta del Ebro», sostiene el técnico Rafa Sánchez, asesor de recursos hídricos y ecología de la Comisión Europea.

La «variación drástica del régimen hidrológico» que pronostica el informe «implica una penetración mayor y más prolongada en el tiempo de la cuña salina, hecho que redunda en un cambio muy importante en las condiciones físico-químicas del agua y del suelo», apunta Agricultura. «Los redactores del plan son conscientes del gran impacto que este supondrá a causa de la variación de la cuña salina, por lo que prevén la instalación de un sistema de compuertas» sin que se haya analizado «la viabilidad económica y ambiental de la medida». Ello, junto a la estabilización de la costa mediante diques de contención, «podría afectar al estado de las masas de agua del río, de transición y costeras, a las zonas húmedas incluidas las consideradas lugar Ramsar, al parque natural y a la ZEPA del delta del Ebro y a la propia reserva de la biosfera».

Además, estima que el importante incremento de la superficie regada prevista en el plan de cuenca (hasta 1,5 millones de hectáreas para el 2027), además del incremento del consumo de agua para riego, «también puede implicar una amenaza para el mantenimiento de la calidad de las aguas a causa de una mayor aportación de fertilizantes y plaguicidas». Otros efectos de la reducción del caudal, agrega, serán la disminución de la productividad biológica en el mar circundante del delta del Ebro debido a la disminución de nutrientes y la reducción en la aportación de sedimentos, algo que comportaría una debilitación de la plataforma deltaica.